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domingo, 13 de enero de 2019

Discurso del Papa Francisco a la Curia romana en las Navidades de 2018 (10) [LA IGLESIA Y EL AMOR A LA VERDAD ] (José Martí)



FRANCISCO - Las alegrías han sido numerosas este año, por ejemplo la feliz culminación del Sínodo dedicado a los jóvenes.  

¿A qué jóvenes se refiere aquí Francisco? Más que nada, porque brillaban por su ausencia. Y de los pocos que fueron, una gran mayoría habían habían sido previamente seleccionados, no permitiendo que asistieran jóvenes con pensamiento "pre-conciliar". 

Por otra parte, en este sínodo se trató, sobre todo, del tema de la colegialidad, sin haberlo comunicarlo previamente a la mayoría de los que iban a intervenir en él, que se enteraron muy poco antes de que saliera a relucir este asunto, no teniendo tiempo, por lo tanto, de reflexionar.  Para una información mayor sobre dicho Sínodo pueden leerse:
FRANCISCO - Los pasos que se han dado hasta ahora en la reforma de la Curia, ¿cuándo terminará? No terminará nunca, pero los pasos son buenos. 

No quiero pecar de falta de respeto, pero, la verdad ... ¡no sé si romper en carcajadas o bien, echarme a llorar! ... Es cierto que la Curia se está reformando ... pero en un sentido equivocado: cada vez es mayor el número de cardenales "progresistas" nombrados por el Papa. No sé quien decía aquello de "corren ... y corren bien ... pero fuera del camino". Sea quien fuese el que lo dijese, queda suficientemente claro que tal dicho se puede aplicar perfectamente a lo que está ocurriendo en la renovación de la Curia que Francisco está llevando a cabo ... Claro que la Curia debe de ser reformada, pero en el sentido de un acercamiento mayor a Jesucristo y a la Tradición Perenne de la Iglesia, lo cual no se consigue nombrando como cardenales a personas que son claramente pro-homosexuales, pro-divorcio ... y todo lo que suponga un "acercamiento" al pensamiento mundano. 

FRANCISCO - Los ejemplos son: los trabajos de clarificación y transparencia en la economía; 
los encomiables esfuerzos realizados por la Oficina del Auditor General y del AIF;  los buenos resultados logrados por el IORla nueva Ley del Estado de la Ciudad del Vaticano; el Decreto sobre el trabajo en el Vaticano, y tantos otros logros menos visibles. 

Habría que estudiar bien cada uno de esos "logros" y analizarlos con detalle para comprobar hasta qué punto han sido "buenos" y en qué sentido. Yo no soy la persona adecuada para ello. Pero, por lo poco que he leído de gente experta y sabia, me permito ponerlo en duda. De hecho, cuando el Cardenal Pell y su secretario Bertone, estaban investigando con relación al IOR, y parecía que la verdad ignominiosa iba a salir a relucir, fueron ambos "misericordiados" rápidamente. Podemos recordar algo en estos links:






FRANCISCO - Un gran motivo de alegría es también el gran número de personas consagradas, de obispos y sacerdotes, que viven diariamente su vocación en fidelidad, silencio, santidad y abnegación (...) Pienso especialmente en los numerosos párrocos que diariamente ofrecen un buen ejemplo al pueblo de Dios, sacerdotes cercanos a las familias, que conocen los nombres de todos y viven su vida con sencillez, fe, celo, santidad y caridad. Personas olvidadas por los medios de comunicación pero sin las cuales reinaría la oscuridad.

Gracias a Dios esas personas existen. Y esa es una de las razones más importantes por las que la Iglesia se mantiene todavía en pie. Sería bueno (o mejor dicho, sería necesario) no relegar al olvido a aquellas personas, consagradas a Dios, que se dedican -en cuerpo y alma- a la oración, p.e. en los monasterios de clausura: ellos son el alma de la Iglesia. En teoría, Francisco defiende este estilo de vida: sus palabras son impecables. Verdaderamente es motivo de inmensa alegría que existan esas personas que lo han dejado todo para servir sólo a Dios, bien sea en el mundo (sacerdotes) o bien alejados del mundo (monjes y monjas). Por el misterio del Cuerpo Místico de Cristo conocemos lo importante que es para la vida de la Iglesia que haya fieles cristianos que, con total generosidad, le hayan ofrendado su vida a Dios, por completo. No están aislados, sino intercediendo ante Dios por todos aquellos que lo necesitan y que sufren, bien en su cuerpo, bien en su alma, o bien en ambos. El poder de la oración es el poder mismo de Dios, que actúa -porque así lo ha dispuesto- a través de nosotros para extender su Reino por el mundo entero. No es preciso "hacer lío" ni "ser revolucionario" para agradar a Dios. De hecho, Santa Teresa del Niño Jesús es, junto a San Francisco Javier, patrona de las misiones ... y todo ello sin salir del convento, en clausura completa y absoluta.

Y por eso digo que, "en teoría", está muy bien todo cuanto dice el papa Francisco, pero a la hora de la verdad, a la hora de poner por obra lo que ha dicho, hay un cambio radical, porque ocurre justamente lo contrario de lo que ha proclamado. Conocemos muy bien el caso de los Franciscanos y Franciscanas de la Inmaculada, que fueron a pique ... ¡por rezar demasiado! (es un modo de hablar pero sí hay bastante de verdad en ello). Pero es que, por si quedara todavía alguna duda, ahí tenemos la famosa constitución apostólica Vultus Dei quaerere así como su aplicación a la vida contemplativa Cor OransSobre este tema pueden leerse también algunos posts:


El papa Francisco se entromete en la vida de las monjas de clausura 28-05-2018


Vírgenes y mártires en modo #Francisco (The Wanderer) 24-06-2018


El papa Francisco acaba su discurso con frases completamente ortodoxas y en total conformidad con la Iglesia de siempre. Aunque luego esto no se refleje siempre en los hechos, da gusto oírlas porque reflejan bastante bien el devenir de la Iglesia, que es santa y pecadora a un tiempo: santa en su Cabeza, que es Cristo; pecadora en muchos de sus miembros ... pero eso no quita nada a su santidad esencial. Y si no comprendemos esto, tengamos presente que tal falta de comprensión es normal. ¿Por qué? Porque la Iglesia es un misterio. El misterio de la Iglesia es una verdad de fe. Y así lo proclamamos cuando rezamos el Credo y decimos: "Creo en la Iglesia que es Una, Santa, Católica y Apostólica". 

FRANCISCO - La Navidad nos da cada año la certeza de que la luz de Dios seguirá brillando a pesar de nuestra miseria humana; la certeza de que la Iglesia saldrá de estas tribulaciones aún más bella, purificada y espléndida. Porque todos los pecados, las caídas y el mal cometidos por algunos hijos de la Iglesia nunca pueden oscurecer la belleza de su rostro; es más, nos ofrecen la prueba cierta de que su fuerza no está en nosotros, sino que está sobre todo en Cristo Jesús, Salvador del mundo y Luz del universo, que la ama y dio su vida por ella. 
La Navidad es una manifestación de que los graves males cometidos por algunos nunca ocultarán todo el bien que la Iglesia realiza gratuitamente en el mundo. La Navidad nos da la certeza de que la verdadera fuerza de la Iglesia y de nuestro trabajo diario, a menudo oculto, reside en el Espíritu Santo, que la guía y protege a través de los siglos, transformando incluso los pecados en ocasiones de perdón, las caídas en ocasiones de renovación, el mal en ocasión de purificación y victoria.
Muchas gracias y Feliz Navidad a todos.

Gracias, Santidad. Y amén a todo lo bueno que ha dicho, en particular los últimos párrafos. Ojalá que, con la ayuda de Dios, supiéramos ponerlo en práctica.

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Y dicho esto, insisto en este post, en aquello a lo que el papa Francisco se suele referir con mucha frecuencia: el discernimiento ... teniendo muy presente que dicho concepto de discernir está intrínsecamente relacionado con la verdad. No discierne bien aquel que al hacerlo actúa en contra de la voluntad de Dios; una voluntad que podemos conocer si tenemos en nuestra mente y en nuestro corazón las palabras de Jesús, nuestro Maestro y Señor, Aquel que nos ama y que dio su vida por nosotros, por todos y por cada uno. Y éstas fueron las palabras de Jesús: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 16; 20). Ésta es la clave para diferenciar el error de la verdad cuando escuchemos a alguien. Y  vale para todos. Aplicable también, por lo tanto, al papa Francisco quien, por otra parte, nos lo ha dicho  muy claro, y es de agradecer: No es pecado criticarle. Evidentemente, estamos hablando de una crítica constructiva y bien entendida ... aquella que todos los católicos tenemos la obligación de ejercer si está en juego el bien de la Iglesia, que es lo que está ocurriendo en la actualidad.

Duración: 37 segundos

Por eso no debemos desconcertarnos. Con relación a Francisco, más que en lo que dice (aunque también en ello, cuando yerra), debemos fijarnos en sus hechos, en aquello que hace u omite porque ahí es donde se refleja su verdadero "pensamiento" sobre la Iglesia, su "idea" de Iglesia.

Y así, podemos constatar (pues lo estamos padeciendo en nuestra propia carne, a lo largo de casi seis años, desde el 13 de marzo de 2013)  que el "paradigma" de Francisco sobre la Iglesia se aleja, con bastante frecuencia, de la realidad de la única y auténtica Iglesia, aquella que es conforme al pensamiento de Nuestro Señor Jesucristo. 

De manera, pues, que cuando eso ocurra, por nuestro propio bien y, aún más, por el bien de la Iglesia (¡de la verdadera!) es necesario que no nos dejemos engañar por sus palabras ( a veces bellas y hermosas, otras no tanto) o por sus silencios [¡no hablo, en ningún momento de intenciones! ... eso sólo le corresponde a Dios] cuando lo que diga, haga u omita esté en disconformidad con aquello que viene diciendo y haciendo la Iglesia durante dos mil años. Necesitamos de una catequesis urgente, que nos libre de toda la cantidad de disparates y herejías, más o menos encubiertas, con las que nos encontramos cuando hablamos con quienes son, "supuestamente", católicos. Hay una gran ignorancia y desconocimiento, entre los católicos, de su propia religión. Por eso tenemos que pedir al Señor "que envíe obreros a su mies" (Mt 9,38)

Es el amor a la verdad lo único que nos puede salvar: "Todo el que ama la verdad viene a la Luz", que es Jesucristo. Y sólo en Él está la salvación.  Cada uno tendrá que dar cuenta a Dios de sus acciones u omisiones ...  sólo a Él y a ningún otro. Tenemos necesidad de fortaleza y eso le pedimos al Señor: que nos conceda valentía para serle fiel en todo momento, sean cuales fueren las dificultades con las que nos encontremos y que no nos avergoncemos nunca de Él. Así lo entendieron los Apóstoles: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29) y así debemos de entenderlo igual nosotros. 

Acabo esta última entrada, referente al discurso del Papa a la Curia en las Navidades de 2018,  con una cita de la segunda carta del apóstol San Pablo a los tesalonicenses: "La venida del impío, por la acción de Satanás, vendrá con toda clase de poderes, señales y prodigios falsos, y con todo género de seducciones propias de la maldad para aquellos que se pierden por no haberse abierto al amor de la verdad, que los salvaría" (2 Tes 2, 9-10) ... "de modo que sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que pusieron su complacencia en la injusticia" (2 Tes 2, 12)

José Martí