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lunes, 7 de enero de 2019

Discurso del Papa Francisco a la Curia romana en las Navidades de 2018 (6) [UN MAGISTERIO DIFERENTE] (José Martí)



FRANCISCO - También hoy hay «ungidos del Señor», hombres consagrados, que abusan de los débiles, valiéndose de su poder moral y de la persuasión. Cometen abominaciones y siguen ejerciendo su ministerio como si nada hubiera sucedido; no temen a Dios ni a su juicio, solo temen ser descubiertos y desenmascarados. Ministros que desgarran el cuerpo de la Iglesia, causando escándalo y desacreditando la misión salvífica de la Iglesia y los sacrificios de muchos de sus hermanos. Los pecados y crímenes de las personas consagradas adquieren un tinte todavía más oscuro de infidelidad, de vergüenza, y deforman el rostro de la Iglesia socavando su credibilidad

Lo que dice el Santo Padre es perfecto y refleja, al menos, parte de la realidad penosa por la que atraviesa hoy la Iglesia ... pero no deja de llamarme la atención el hecho de que sea él, precisamente, quien pronuncie esas palabras. Y digo esto porque en lo poco que he ido percibiendo durante estos seis años ... y habiendo ahora oído lo que dice, no puedo evitar que se me pase por la mente que, con ellas, se está refiriendo a sí mismo ... al menos en lo que se refiere a "desgarrar el cuerpo de la Iglesia". 
Por supuesto que puedo equivocarme (y casi con toda seguridad lo esté en lo que concierne a sus intenciones, que sólo Dios conoce) pero veo lo que ocurre ... y la aplicación de la lógica me lleva a esa conclusión. Pues es un hecho que tal "desgarramiento de la Iglesia", aunque no es nuevo, nunca se había manifestado con tanta intensidad y rapidez como ahora, desde que Francisco tomó posesión del Trono de san Pedro, hace ya casi seis años. 
Para no repetir lo dicho ya en este blog en otras ocasiones, enlazo a unas pocas entradas (por poner algunas). Los hechos son incontrovertibles.
Cuatro años después: reflexiones sobre un pontificado sin precedentes (Steve Skojec) 5 septiembre 2017
Consejos vendo que para mí no tengo (11)"Podéis criticarme. No es pecado" -dice Francisco- ... Muy bien: pues atreveos a criticarlo ... y veréis lo que
 ocurre (José Martí) 3 diciembre 2018
El cambio de paradigma del papa Francisco. ¿Continuidad o ruptura en la misión de la Iglesia? (Roberto de Mattei) 7 diciembre 2018
Francisco socava la credibilidad del papado (padre Brian Harrison) 31 diciembre 2018

Afirma De Mattei que el pontificado de Francisco está en discontinuidad con la Tradición de la Iglesia que, aunque acusada de fariseísmo, de inmovilidad y de legalismo, no ha sofocado, sin embargo, la llama de la Tradición en la Iglesia.
En sus casi seis años de Pontificado, estamos observando el modo de actuar de Francisco ( ... o de dejar de actuar, como en los casos de las Dubia de los cuatro cardenales y en el caso del testimonio Viganò, en los que ha guardado silencio) ... con el claro propósito (¡nunca confesado, pero manifestado en los hechos!) de cambiar lo que ha sido siempre la Iglesia (de dos mil años de Tradición) por "otra Iglesia" diferente, una "Iglesia"  que no sólo sea aceptable por el mundo, sino que se haga -ella misma- "mundana", una "Iglesia" que sea conforme a su propia idea personal de lo que -según él- tiene que ser la Iglesia, una Iglesia "modernista", en definitiva (cuando sabemos muy bien que, al decir del papa san Pío X, en su encíclica Pascendi,  "el modernismo es la suma de todas las herejías" ) ... una Iglesia, por lo tanto, en la que Dios deje de "trascender" al hombre, y sea el hombre, en su "inmanencia" (pues todo queda reducido a este mundo) lo único que importa: él será quien decida acerca de lo que es bueno y de lo que no lo es. Se cambia la Religión de Dios por la "religión del hombre" (si es que tiene sentido hablar así) ... y se vuelve a caer, otra vez más, en la vieja tentación, relatada en el libro del Génesis, del "seréis como Dios" (Gen 3, 5)

Hay un problema, sin embargo. Y es que la "idea" que (al menos, aparentemente) tiene Francisco" sobre la Iglesia ( una "idea" nunca confesada ni expresada como tal, claro está) no coincide con la idea de Iglesia de Jesucristo, Fundador de la única y verdadera Iglesia ... 
¡y ante el cual ni siquiera se arrodilla! 

Francisco contradice el Magisterio anterior de la Iglesia en bastantes puntos, puntos que ni siquiera deberían haber sido planteados (como es el caso de la posibilidad de dar la sagrada comunión a los divorciados vueltos a casar, entre muchísimos otros ejemplos). Cuando habla Francisco, da la impresión de que todos los Papas anteriores a él [incluso el mismo Jesucristo: véanse, por ejemplo, las diferentes ideas que ambos tienen sobre el matrimonio y el adulterio] han estado equivocados. Ha tenido que venir él  y llegar al Pontificado para poner "claridad" y la "correcta interpretación", aun cuando lo que diga suponga una ruptura con el Magisterio anterior ... ¡el único Magisterio "que vale" es el que coincide con lo que él piensa y dice ... incluso -y, sobre todo- cuando improvisa, lo que suele ser bastante frecuente en él. ¡Evidentemente, todo esto es un disparate, que no tiene ningún sentido!  La Iglesia es Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana ... y no ha sido él quien la ha fundado.


Es imposible que Dios haya permitido que su Iglesia haya estado equivocada durante dos mil años, hasta la venida de Francisco: es un sinsentido. El Espíritu Santo ha guiado a la Iglesia a lo largo de veinte siglos, y son muchos los santos y los mártires que han preferido morir antes que renegar de Jesucristo, el único de quien proviene la salvación: no hay otro.


¿Por qué en las homilías de santa Marta, por ejemplo, así como en entrevistas y en otras manifestaciones de distinto tipo, no deja de insultar a los pocos cristianos que viven conforme a la Tradición, a los que tacha -incluso- de hipócritas, dando la impresión de que sería 
preferible que fueran ateos? ¿No tendría más bien que alentarlos a la conversión?  (a aquellos pocos entre los poquísimos cristianos que van todavía a misa)

Ciertamente, Francisco pretende operar un cambio radical en la Doctrina de la Iglesia (los adúlteros pueden comulgar, la pena de muerte es totalmente inadmisible, en todos los casos, etc...) 
con una serie de medidas que aplica conforme a su pensamiento personal (contrario a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre

Por las razones que sean (y que ignoro) no soporta nada que suene a tradicional, como lo ha demostrado sobradamente, hasta en nimiedades,   y "parece" que todo su afán consiste en suprimir esta Tradición eclesial de dos mil años. Por otra parte, no condena la homosexualidad de un modo explícito. Todo lo contrario: se rodea de obispos y cardenales pro-homosexuales ( 
aquí y aquí), algo que es inconcebible en la Iglesia católica de toda la vida. Los tales deberían de ser expulsados de la Iglesia. Y no sólo no los expulsa sino que son encumbrados a los más altos puestos de responsabilidad dentro de la Jerarquía.


Por todas estas cosas -que son hechos- es por lo que me ha llamado mucho la atención las verdades, como templos, que ha dicho ... ¡porque es muy verdad lo que dice!  El problema es el siguiente: Para conocer al verdadero Francisco, ¿adónde tenemos que acudir? ¿A sus dichos? Los hay completamente ortodoxos, pero también los hay heterodoxos. ¿Cómo diferenciarlos? Tenemos que aprender a discernir, conforme a verdad.  San Pablo decía:
"Probadlo todo, quedaos con lo bueno" (1 Tes 5, 21). Ahora bien: para conocer lo bueno tenemos que estar muy bien informados y conocer bien nuestra propia Doctrina, de modo que no seamos engañados. Eso por una parte. Y en cualquier caso, para no fallar en nuestro discernimiento, nada hay mejor que atenerse a las palabras de Jesús: "Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7, 20). Son los frutos -y no otra cosa- lo que revela el verdadero pensamiento de las personas: esto vale para todos, incluido también el papa Francisco.


La verdad completa sólo es conocida por Dios. En ese sentido, las palabras "no juzguéis y no seréis juzgados" (Lc 6, 37) debemos de grabarlas muy bien en nuestra mente y en nuestro corazón: todos somos pecadores. Es más, como dice San Pablo:  
"el que piense estar en pie, que tenga cuidado de no caer" (1 Cor 10, 12). Él es -y sólo Él- quien nos juzgará ... ¡a todos!. 


A la vista de lo cual, nuestra actitud sólo puede -y debe- ser la de mantenernos siempre vigilantes, y máxime en esta época de tremenda oscuridad, sin perder de vista la meta, que es Jesucristo. A Él sólo podremos alcanzarlo en el seno de la verdadera Iglesia, es decir, la que Él fundó y que conocemos muy bien por la Tradición: "Aunque nosotros mismos o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8). "... Y ahora vuelvo a decirlo: si alguien os anuncia un evangelio distinto del que recibisteis, ¡sea anatema!" (Gal 1, 10).


De manera que cuando yo hablo aquí del papa Francisco, no lo estoy juzgando. Hago uso de mi capacidad de razonamiento y tomo como base las Sagradas Escrituras, interpretadas correctamente por el Magisterio y la Tradición de la Iglesia, que han sido siempre las mismas. Nunca un magisterio posterior puede anular el Magisterio anterior. Todo lo más, profundizar en él, pues la Iglesia es viva y crece, pero siempre permaneciendo fiel a su propia identidad: cualquier otro cambio no es de Dios sino que procede del Maligno. La Palabra de Dios está por encima de todo juicio particular: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5, 29) ... incluso aun cuando esos hombres aparezcan como sus representantes ... si lo que dicen contradice el Evangelio y la Tradición. Esto es algo que tampoco debemos olvidar y que está en consonancia con lo que decía el gran san Agustín: "Debemos odiar el pecado y amar al pecador". Así es: eso es lo propio de un cristiano. En este caso, se podría decir: "Debemos amar al Papa, y de una manera muy especial, pues es el Vicario de Cristo en la tierra; pero no podemos comulgar con todo lo que diga, cuando lo que diga sea contrario al sentir de la Iglesia de siempre. Si lo hiciéramos estaríamos ofendiendo a Dios e incumpliendo sus mandamientos. De los posibles errores del Santo Padre sólo él es responsable ... pero nosotros no nos podemos escudar en ellos para justificarnos. No, de nuestros errores sólo nosotros somos los responsables. Por eso debemos amar al Papa, a quien debemos respeto y cariño, pero no debemos aceptar todo lo que diga: sólo si está en conformidad  con la Doctrina Católica ... en este caso tenemos la obligación grave de obedecer ... ¡pero sólo en este caso!

El estudio y la transmisión de la recta Doctrina a nuestros hijos y a todo aquel que nos pregunte, así como la oración constante y confiada son las únicas armas de las que disponemos los cristianos para poder vencer al Maligno, que es nuestro auténtico Enemigo ... lo que nos dará la fortaleza y el ánimo necesarios para seguir adelante, con alegría, en la búsqueda del Señor, sabiendo que contamos con la ayuda y la intercesión de nuestra Madre, la Virgen María: ésta es la razón, más que suficiente, por la que no podemos desanimarnos en ningún momento, por muy grande que sea la oscuridad así como las contrariedades o persecuciones con las que, necesariamente, nos vamos a encontrar. No estamos solos en esta batalla por mantenernos siempre unidos al Señor ... Y eso es consolador.
José Martí (continuará)