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martes, 17 de enero de 2017

Las dudas del Papa y las certezas del cardenal Caffarra (Sandro Magister)

FUENTE:  SETTIMO CIELO

Cardenal Caffarra y papa Francisco: imagen de archivo

Entre los cuatro cardenales que han pedido al papa Francisco que clarifique las cinco "dubia" generadas por "Amoris laetitia", Carlo Caffarra es a quien el mismo Jorge Mario Bergoglio ha manifestado muchas veces su estima, entre otras cosas al llamarlo a participar en los dos sínodos sobre la familia.

Con mayor razón entonces impresiona la franqueza, la "parresìa" con la que se expresa en contra del Papa – aunque con pleno respeto hacia él – en la primera gran entrevista concedida por Caffarra luego de la publicación de las "dubia".

La entrevista, llevada a cabo por Matteo Matzuzzi, fue publicada el sábado 14 de enero en el diario "Il Foglio":

> Caffarra: "Solo un cieco può negare che nella Chiesa ci sia grande confusione"

El cardenal Caffarra, de 78 años de edad, es arzobispo emérito de Bolonia y es un teólogo de reconocido valor, especializado precisamente en las cuestiones suscitadas por las "dubia". Desde 1981 a 1995 fue presidente del Pontificio Instituto Juan Pablo II para los estudios sobre el matrimonio y la familia.

La entrevista debe ser leída en su totalidad. También porque podría lograr un avance en la controversia en curso en la Iglesia, entre las interpretaciones diferentes y opuestas de "Amoris laetitia", quizás hasta inducir al papa Francisco a romper el silencio que ha mantenido hasta aquí.

Lo que sigue es una antología de lo que dijo el cardenal en la entrevista, que es cinco veces más larga.

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CAFFARRA: "POR QUÉ HEMOS ESCRITO AL PAPA"

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Para nosotros los cardenales existe el grave deber de aconsejar al Papa en el gobierno de la Iglesia. Es un deber, y los deberes obligan.

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Sólo un ciego puede negar que en la Iglesia existe una gran confusión, incertidumbre e inseguridad causadas por algunos parágrafos de "Amoris laetitia". En estos meses está sucediendo que sobre las mismas cuestiones fundamentales respecto a la economía sacramental – matrimonio, confesión y eucaristía – y la vida cristiana, algunos obispos han dicho A, mientras que otros han dicho lo contrario de A, con la intención de interpretar bien los mismos textos.

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Sólo había un modo de afrontar esas cuestiones: pedir al autor del texto interpretado en dos maneras contradictorias cuál es la interpretación justa. No hay otro camino. Se planteó, inmediatamente, el problema del modo en el cual dirigirse al Pontífice. Elegimos un camino muy tradicional en la Iglesia, las llamadas "dubia". […] Por eso se hizo en forma privada, y sólo cuando tuvimos la certeza que el Santo Padre no respondería, decidimos hacerlas públicas.

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El problema es exactamente éste: que hay puntos fundamentales en los que no se entiende bien qué enseña el Papa, tal como demuestra el conflicto de interpretación entre los obispos. Queremos ser dóciles al magisterio del Papa, pero el magisterio del Papa debe ser claro.

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La división ya existente en la Iglesia es la causa de la carta [de los cuatro cardenales al Papa], no es su efecto.

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Pensar una praxis pastoral no fundamentada y no arraigada en la doctrina significa fundamentar y arraigar la praxis pastoral sobre la base del arbitrio. Una Iglesia que presta poca atención a la doctrina no es una Iglesia más pastoral, sino una Iglesia más ignorante.
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La evolución de la doctrina acompañó siempre al pensamiento cristiano. [Pero] si hay un punto claro, es que no hay evolución allí donde hay contradicción. Si digo que S es P y luego digo que S no es P, la segunda proposición no desarrolla la primera sino que la contradice. Ya Aristóteles había enseñado justamente que enunciar una proposición universal afirmativa (por ejemplo: todos los adulterios son injustos) y al mismo tiempo una proposición particular negativa que tuviera el mismo sujeto y predicado (por ejemplo: algún adulterio no es injusto), no constituye una excepción a la primera, la contradice.

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¿El ministro de la Eucaristía (habitualmente el sacerdote) puede dar la comunión a una persona que vive "more uxorio" con una mujer o con un hombre que no es su esposa o su marido, y no intenta vivir en la continencia? […] ¿"Amoris laetitia" ha enseñado que, dadas ciertas circunstancias precisas y llevado a cabo un cierto recorrido, el fiel podría acercarse a la Eucaristía sin comprometerse a la continencia? Hay obispos que han enseñado que se puede. Por una simple cuestión de lógica, se debe entonces enseñar que el adulterio no es en sí y por sí malo.

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La conciencia es el lugar donde nos encontramos y tropezamos con la columna vertebral de la modernidad. […] El que ha visto esto en forma muy lúcida fue el beato John Henry Newman. En su famosa Carta al duque de Norfolk dice: […] "En nuestra época bulle una guerra feroz, diría casi una especie de conspiración contra los derechos de la conciencia". Más adelante agrega que "en nombre de la conciencia se destruye la verdadera conciencia".

Ese es el motivo por el cual entre las cinco "dubia" la duda número cinco [la que se refiere a la conciencia] es la más importante. Hay un pasaje de "Amoris laetitia", en el parágrafo n. 303, que no es claro; parece – repito: parece – admitir la posibilidad que haya un juicio verdadero de la conciencia (no invenciblemente erróneo; esto ha sido admitido siempre por la Iglesia) en contradicción con lo que la Iglesia enseña como atinente al depósito de la Revelación divina. Parece. Por eso hemos planteado la duda al Papa.

Newman dice que "si el Papa hablara contra la conciencia, entendida en el verdadero significado de la palabra, cometería un verdadero suicidio, cavaría una fosa bajo sus pies".

Son cuestiones de una gravedad perturbadora. El juicio privado sería elevado a criterio último de la verdad moral. No decir jamás a una persona “sigue siempre tu conciencia”, sin agregar siempre y rápidamente “ama y busca la verdad acerca del bien”. Se le pondría en las manos el arma más destructiva de su humanidad.

(Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina)

Sandro Magister