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martes, 23 de septiembre de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? 2ª parte (3) [Fundamento]



Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

Cuando el papa Francisco dijo: "Los cristianos tenemos grupos fundamentalistas también"yo voy a interpretarlo -aunque no fue esa la intención del Papa al usar esa palabra- como si hubiese dicho grupos fundamentistasSoy consciente de que esta palabra no existe (me la acabo de inventar) pero expresaría mejor aquello que son, en realidad, estos grupos cristianos ... ¿Por qué? Sencillamente porque estamos hablando de cristianos que se han tomado en serio, y creen con toda su alma y con todo su corazón, que "en cuanto al fundamento nadie puede poner otro distinto del que está puesto, que es Jesucristo" (1 Cor 3, 11).



Ojalá que hubiera muchos cristianos de este "grupo". Son los mismos que están convencidos de las siguientes palabras del apóstol Pablo, cuando dice a los cristianos de Éfeso: "Ya no sois extraños ni advenedizos sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Diosedificados sobre el cimiento de los apóstoles y los profetassiendo piedra angular el mismo Cristo Jesús, sobre quien toda la edificación [es decir, la Iglesia] se alza bien compacta para ser templo santo en el Señor, en quien también vosotros entráis a formar parte del edificio para ser morada de Dios por el Espíritu" (Ef 2, 19-22).


Son aquellos cristianos que se han creído, al pie de la letra, estas otras palabras de san Pablo, que vienen a insistir en la misma idea: "¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?" (1 Cor 3, 16). Y continúa: "Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, que sois vosotros, es santo" (1 Cor 3, 17)


El templo santo de Dios es la Iglesia, de la que los cristianos formamos parte como miembros vivos de la familia de Dios y conciudadanos de todos los santos, edificados sobre el cimiento de los apóstolesEsta edificación, que es templo santo en el Señor, se alza compacta sobre la piedra angular, que es Jesucristo. Dios mora en ella mediante su Espíritu, el Espíritu Santo, que habita en todos y cada uno de sus miembros. Ésta es la Iglesia de la que dice Jesús que "las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18). 


La Iglesia, como esposa de Cristo, "sin mancha ni arruga ni cosa semejante sino santa e inmaculada", (Ef 5, 27) está formada por aquellos cristianos que lo son de veras, "aquellos cuya vida está escondida con Cristo en Dios" (Col 3, 2). Es tal la unión que se da entre los verdaderos cristianos que forman la Iglesia, que san Pablo la asemeja a la que existe entre los miembros de un cuerpo, pues dice: "Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, aun siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque todos nosotros, tanto judíos como griegos, fuimos bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu" (1 Cor 12, 12-13). Y continúa diciendo, más adelante: "Si un miembro padece, todos los miembros padecen con él; y si un miembro es honrado, todos los miembros se gozan con él" (1 Cor 12, 26). Pues bien, nos sigue diciendo: "Vosotros sois cuerpo de Cristo, y cada uno un miembro de Él" (1 Cor 12, 27). De este Cuerpo Místico, que es la Iglesia, unidos todos sus miembros en un solo Espíritu, que es el Espíritu Santo, Cristo es la Cabeza"Cristo es cabeza de la Iglesia, que es su Cuerpo, del cual Él es el Salvador" (Ef 5, 23b)


Esa es la razón que le llevó a san Pablo a decir: "Ahora me alegro de mis padecimiento por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo en beneficio de su Cuerpo, que es la Iglesia" ( Col 1, 24). No es que falte nada a los sufrimientos de Cristo en el sentido de que su sufrimiento y muerte en la Cruz para librarnos de nuestros pecados, no fuera suficiente, puesto que Él es Dios. No es ésa la interpretación correcta; lo que ocurre es que Cristo nos quiere asociar a su Vida (y su Pasión y Muerte forman parte de su Vida), nos quiere colaboradores suyos, corredentores con Él, lo que tiene su lógica: muere la Cabeza ... muere el Cuerpo; resucita la Cabeza ... resucita el Cuerpo. Además, Cristo murió por unos pecados que Él hizo suyos realmente, pero que no había cometido. En cambio, si nosotros padecemos lo hacemos por unos pecados que sí que hemos cometido. 


Lo realmente importante aquí es que si queremos que este sufrimiento nuestro tenga sentido debemos asociarlo voluntariamente al sufrimiento de Cristo: al fin y al cabo somos miembros de su Cuerpo. Cuando sufrimos, Él sufre en nosotros; pero este sufrimiento nuestro, que es real, debido a nuestra unión real a Cristo por su Espíritu, se transforma en meritorio (por pura gracia) y hace que, también nosotros, en Él, salvemos al mundo: nos convertimos en corredentores con Cristo ... de nuestros pecados y también de los de todos los hombres. 


De esta manera la expresión "completar lo que falta a los padecimientos de Cristo" se clarifica. Lo que sucede, en realidad, es que el mismo Amor de Cristo, que es su Espíritu, está en nosotros; y esto es un Don que jamás sabremos apreciar en su justa medida, pues amamos así con el Amor mismo de Dios, que también es realmente nuestro. Este Amor es aquel del que hablaba Jesús cuando decía que "nadie tiene amor más grande que el de dar uno la vida por sus amigos" (Jn 15, 13). Éste es el amor que Jesús nos ha tenido, éste es el amor que salva de los pecados; y éste es el amor del que Jesús nos ha hecho partícipes por nuestra unión con Él en Su Cuerpo Místico, que es la Iglesia, del cual Cristo es la Cabeza y nosotros sus miembros.



(Continuará)