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jueves, 7 de junio de 2018

El votante católico, Ciudadanos o cómo renunciar a lo ‘irrenunciable’ (Carlos Esteban)



Ciudadanos empieza a ‘tentar’ a muchos católicos como ‘partido de sustitución’ tras el naufragio en tiempo real del PP. Será la primera vez que votan con los ojos abiertos a un partido anticristiano, sin coartadas posibles.

La flamante ‘selección nacional’ que ha alineado Sánchez para gobernar dos años -para ganar las próximas elecciones, en realidad- ha eclipsado un tanto la debacle del PP, con la dimisión (a destiempo) de su presidente, Mariano Rajoy, y la creciente pujanza de sus herederos naturales en el espacio que achican, Ciudadanos.

En España, como en resto de Occidente pero a marchas aceleradísimas, el catolicismo retrocede y la jerarquía eclesiástica asiste impávida a la sangría de fieles. En ese sentido, el panorama electoral español, el reflejo de las opiniones de la gente en escaños parlamentarios, no me parece demasiado sorprendente.

Pero los católicos siguen siendo una fuerza considerable como nicho electoral en España. Son, por ejemplo, abrumadoramente más numerosos que los homosexuales que, sin embargo, parecen tener incomparablemente mayor peso en la política española.

El problema parece ser doble: por un lado, el votante católico no tiene consciencia de su propia fuerza como ‘bloque electoral’, quizá en parte como inercia de un tiempo en que el español era católico por defecto.

Por otro, el católico español no vota como católico. Empezó dando mayoritariamente su voto a un partido, el que ahora podría seguir los pasos de la UCD, que inicialmente les arrojaba algunas migajas verbales, cada vez más vagas referencias a “principios cristianos”, y se ha mantenido más o menos fiel a este partido mucho después de que haya tirado por la borda hasta el último vestigio de pensamiento cristiano.

Y ahora, con nuevas elecciones en un plazo que nadie puede prever, el católico se siente tentado por la novedad de Ciudadanos. Y a los principios irrenunciables, que les zurzan.

Probablemente el PP nunca fue un partido cristiano, en el sentido de tomarse medianamente en serio las raíces cristianas de España o la ética sobre la que se ha fundado nuestra política. Pero Ciudadanos ni siquiera lo pretende.

Ciudadanos no tiene ni un ligero atisbo, no se molesta en lanzar al electorado católico ni un ligero guiño. Ciudadanos es abiertamente abortista, entusiasta de la ideología de género, obsequioso como el que más con el mundo LGTBI e incluso el más dedicado defensor de esa aberración mercantilista que son los ‘vientres de alquiler’.

No hay, para el católico, razón alguna para preferir a Ciudadanos sobre Podemos o el PSOE, ni una sola. Queremos decir, ninguna razón que surja de su fe.

El católico español, ayuno de representación real, se acostumbró a votar a un partido conservador y ha acabado por identificar la ideología con la fe hasta hacer más importante, al menos en lo público, la primera que la segunda. Y Ciudadanos, al fin, es más ‘derecha’ que PSOE o Podemos.

No es, por lo demás, que tenga unos pastores a los que pueda elevar la mirada en busca de consejo en este sentido. De nuestra Conferencia Episcopal sería exagerado decir que el “celo de su Padre le consume”; lejos de abrasarle, habría que hablar de un celo a temperatura ambiente, a todo tirar.

Nuestros jerarcas han jugado a la componenda en política, a mercadear para conservar cuotas de poder y actuar en todo lo demás como si España siguiera siendo católica. Leyéndoles, uno se queda con la triste impresión de que en la apostasía generalizada ven más bien una pérdida de contribuyentes.

No es un secreto que la CEE ha apostado, y fuerte, por el Partido Popular, y no hay aborto a la carta, matrimonio gay o leyes de género que les hayan hecho vacilar en su lealtad, reflejada en los medios de comunicación que controlan, COPE y 13TV

Pero si votar al PP era inercia comprensible, algo parecido a seguir suscrito al ABC, o ignorancia perdonable, o esperanza irracional de una ‘vuelta a las esencias’, el católico que ahora se propone votar a Rivera ‘en sustitución’ no tiene ninguna de esas coartadas. Ciudadanos no engaña a nadie, Ciudadanos nunca ha jugado a ser el partido de los católicos, nunca les ha prometido con la boca pequeña tener en cuenta sus valores.

Ciudadanos es un partido anticristiano, en el sentido literal de pasarse por el forro lo que Benedicto XVI definió como “principios irrenunciables” de un católico en la vida política. 

Y el católico que les vote debe, al menos, hacerlo con los ojos bien abiertos.

Carlos Esteban