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jueves, 17 de agosto de 2017

Lo natural y lo sobrenatural: "Todos los hombres NO son hijos de Dios" (José Martí) [1]


Al leer el título de esta entrada puede que nos quedemos algo sorprendidos. Siempre se ha dicho que todos los hombres son hijos de Dios. En mi época de niño era frecuente que cantáramos en el colegio esta canción:


Los pajaritos que van por el aire
vuelan, vuelan, vuelan, vuelan, vuelan.
Los pececitos que van por el agua
nadan, nadan, nadan, nadan, nadan.
Unos y otros son de Dios,
pero los hombres hijos suyos son. 


Y, sin embargo, a poco que pensemos, nos encontraremos con que tal afirmación es falsa. Y la demostración de este aserto es, además, bastante simple. Ni que decir tiene que, para poder entenderla, se   requiere de mentes que razonen, sin prejuicios, aplicando simplemente la lógica y el sentido común más elemental. Desde luego, lo más cómodo, en estos casos, es limitarse a repetir lo que todos dicen, sea cierto o no; pero tal modo de proceder equivale a prescindir del uso racional de la mente.



Hoy en día (posiblemente haya sido siempre así) la gente no está acostumbrada a pensar. Una inmensa mayoría vive de tópicos y de lugares comunes, de dichos que hay en el ambiente y que todo el mundo dice y asume como verdaderos (lo sean o no: puede que sean verdad ... o puede que no lo sean). El problema es que se repiten tanto (incluso de unas generaciones a otras), que se presumen como ciertos, sin más, y no se discute ni se piensa acerca de ellos, acerca de si tienen o no consistencia, acerca de su veracidad. Simplemente se los acepta (de modo superficial) sin reflexionar en su contenido, considerando que son indiscutibles ... e incluso evidentes.

Desde luego, en el caso que nos ocupa, aunque todo el mundo repita lo contrario, no es evidente que todos los hombres sean hijos de Dios. Y, como digo, la argumentación es sencilla. Para ello partiré de unas pocas afirmaciones que sean absolutamente evidentes para todos (lo que podríamos llamar verdades de Perogrullo) ... y luego, a partir de ellas, razonaré un poco, procurando no caer en ningún tipo de contradicción. Al menos lo intentaré. Y lo haré al estilo socrático, en forma de preguntas y respuestas. Lo que viene a continuación sería el diálogo entre dos personajes. Uno de ellos (P) tiene muchas dudas, pero muy buena voluntad y grandes deseos de aprender (P). El otro (R) se dedica a resolver las dudas de P, consciente, por otra parte, de sus propias limitaciones y de que no todas las preguntas tienen una solución que pueda ser respondida haciendo sólo uso de la razón ... aunque tienen una solución, una solución real, pero de carácter sobrenatural. Estas últimas dudas se dejan para el final.



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P. ¿Son todos los hombres hijos de Dios?

R. Te contestaré aplicando la lógica humana y el sentido común. Pon atención a los siguientes puntos:
1. Un hijo debe de tener la misma naturaleza que su padre. Por ejemplo, una ardilla no puede dar a luz corderos, ni una cebra pichones. Y lo mismo ocurre en el mundo vegetal: un almendro produce almendras y no albaricoques. 
2. Si Dios fuese  nuestro padre, entonces nuestra naturaleza sería divina.
3. Es evidente que nuestra naturaleza no es divina, sino humana: no somos dioses, sino seres mortales.
4. Luego ... Dios no puede ser nuestro padre.
P. La lógica parece impecable, pero entonces, ¿de dónde viene el dicho -tan frecuente- de que "todos los hombres son hijos de Dios"?

R. Porque se habla en sentido figuradoLo correcto sería decir que todos los hombres son criaturas de Dios, en cuanto que son seres creados, como ocurre con el resto de la creación. 

P. ¿No hay diferencia ninguna entre el resto de la creación visible (animales, vegetales y cosas) y las personas humanas?

R. Por supuesto que la hay. El ser humano, tanto el hombre como la mujer, fueron creados a imagen y semejanza de Dios. Son criaturas, ciertamente, pero con un alma inmortal, una inteligencia y una voluntad, a diferencia de las demás criaturas visibles. 

[De momento dejo el caso de los ángeles para otra ocasión. Éstos son igualmente criaturas de Dios, pero no tienen cuerpo. Son espíritus puros, dotados de una inteligencia y de unos poderes excepcionales. Tal vez, en otra ocasión, hablemos de ellos]

P. ¿Y qué ocurre en el caso de Jesucristo? ¿Es o no es hijo de Dios?

R. Es difícil contestar a esa pregunta en pocas palabras. 

P. ¿Dónde radica la dificultad?

R. Te explico: Damos por sentado, en primer lugar, que Dios existe. La existencia de Dios es algo que puede ser demostrado, aplicando la recta inteligencia, aunque ahora no podemos profundizar en ello.

P. De acuerdo. Continúa.

R. Vale. Pues bien: en esa demostración de la existencia de Dios no sólo se llega al hecho de que Dios existe sino que, además, posee todas las perfecciones posibles en un grado infinito. Citaré algunas, para lo que nos interesa en esta entrada: es Espíritu Puro, Todopoderoso y Eterno, Simple [no hay partes en Él, como en nosotros] y -esto es muy importante- es Único. No puede haber dos dioses

P. ¿Por qué?

R. Bueno, imagínate, por un momento, que los hubiera.

P. Me lo imagino.

R. Vale. Enseguida vas a entenderlo: Si hubiese dos dioses, por ejemplo, ambos no podrían ser infinitos ... porque se estarían limitando mutuamente, el uno al otro. En palabras de santo Tomás de Aquino:
"Si lo propio de Dios es que contiene en Sí mismo toda la perfección del ser, en el caso de haber muchos dioses, entre ellos debería de haber alguna diferencia. Algo le correspondería a uno que no tendría el otro" (...) "luego es imposible que haya muchos dioses. De ahí que los antiguos filósofos, impulsados por esta misma verdad, al establecer un principio infinito, establecieron un solo principio" (S. Th: 1; C.11; a.3).
P.  Eso es cierto. Además, pese a mis pocas luces, tengo entendido que esa idea de un solo y único Dios se encuentra ya contenida, desde el principio, en el Antiguo Testamento así como en sus leyes ... Da la casualidad de que llevo encima una Biblia, pues sabía que la íbamos a necesitar ... Como ves, me he preparado nuestra charla ...

R. Eso me halaga y me honra ... Bueno, dime lo que has encontrado:

P. Te leo: "Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios. El Señor es Uno" (Deut 6,4). Y razonando, como me has dicho que haga, e informándome, he encontrado que la Religión judía es la única Religión monoteísta, antes de la venida de Jesucristo. Y, por cierto, según me has explicado más arriba, sería la más racional, pues habla de un único Dios como causa de todo lo existente, frente al resto de "religiones", que son politeístas. El politeísmo no tiene razón de ser, desde una perspectiva meramente humana, como muy acertadamente ha explicado santo Tomás. ¿Qué te parece mi modo de discurrir?

R. ¡Fenomenal! Yo no lo habría expresado mejor. Agrada mucho tener alumnos como tú, que no sólo te siguen y entienden lo que dices sino que llegan a aventajarte. Pero no te lo vayas a creer demasiado ...

P. ¡Pero si yo no he dicho nada! 

R. ¡Anda, anda, ... que nos conocemos! Bueno, ahondando en lo que acabas de decir, podría añadir que en las demás "religiones" es el hombre el que se construye y se inventa sus propios dioses, en un batiburrillo increíble.

P. Vale, todo eso está muy bien, pero ¿me podrías contestar ya a la pregunta que te hice acerca de si Jesucristo es hijo de Dios?

R. Vas a necesitar tener un poco de paciencia ... pues no quiero precipitarme ni adelantar acontecimientos antes de tiempo. Ya conoces mi lema: "Sin prisa, pero sin pausa". La prisa no es buena consejera. Vayamos por partes:  Fíjate que acabamos de decir que sólo puede haber un único Dios. Si eso es así ... y lo es ... entonces ¿qué sentido tendría hablar de que Dios tiene hijos, aun cuando sólo sea uno? Y digo esto porque, de entrada, suponiendo que Dios tenga un Hijo, nos encontraríamos con dos dioses ... lo cual, como se ha demostrado, no puede ser. Precisamente los judíos acusaban de esto a Jesús, porque siendo un hombre se consideraba Dios. De ahí que le llamaban blasfemo, porque sólo puede haber un único Dios. ¿Cómo podía Jesús pretender ser Dios? ... Y ésa fue la razón principal, por no decir la única, que les llevó a crucificarle. 
(Continúa)