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miércoles, 22 de febrero de 2017

Matrimonio y divorcio. El general de los jesuitas: "También hay que reinterpretar a Jesús" (Sandro Magister)

Arturo Sosa, prepósito general de los jesuitas, a la izquierda

FUENTE: SETTIMO CIELO
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Increíble, pero cierto. En el capítulo ocho de "Amoris laetitia", el más espinoso y controvertido, ese en el que el Papa Francisco parece "abrir" a las segundas nupcias con el precedente cónyuge aún vivo, no se citan las palabras de Jesús sobre el matrimonio y el divorcio referidas en el capítulo 19 del Evangelio según Mateo:
«Se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: "¿Es lícito a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo?". Él les respondió: "¿No habéis leído que el Creador, en el principio, los creó hombre y mujer, y dijo: 'Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne'? De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre". Ellos insistieron: "¿Y por qué mandó Moisés darle acta de divorcio y repudiarla?". Él les contestó: "Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres; pero, al principio, no era así. Pero yo os digo que, si uno repudia a su mujer -no hablo de unión ilegítima- y se casa con otra, comete adulterio"».
Es una ausencia que deja estupefactos. Como también ha causado estupor el silencio de Francisco sobre la misma cuestión en otras dos ocasiones.
La primera se remonta al 4 de octubre de 2015. Era el domingo de inicio de la segunda y última sesión del sínodo sobre la familia. Y precisamente ese día, en todas las iglesias católicas de rito latino, una de las lecturas de la misa era el pasaje del Evangelio de Marcos (10, 2-9) paralelo al de Mateo 19, 2-12.
Durante el Angelus el Papa no hizo ninguna referencia a ese pasaje del Evangelio, a pesar de su extraordinaria pertinencia con las cuestiones debatidas en el sínodo.
Y lo mismo ocurrió el pasado 12 de febrero, con otro pasaje análogo del Evangelio de Mateo (5, 11-12), leído en toda la Iglesia. También esta vez, durante el Angelus, Francisco evitó citarlo y comentarlo.
¿Por qué este silencio tan insistente del Papa acerca de unas palabras de Jesús tan inequívocas?
Una idea de respuesta se puede encontrar en la entrevista que el nuevo superior general de la Compañía de Jesús, el venezolano Arturo Sosa Abascal, muy cercano a Jorge Mario Bergoglio, ha concedido al vaticanista suizo Giuseppe Rusconi para el blog Rossoporpora y el "Giornale del Popolo" de Lugano.
He aquí algunos de los pasajes más pertinentes al caso. Huelgan los comentarios.
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P. – El cardenal Gerhard L. Müller, prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, ha dicho a propósito del matrimonio que las palabras de Jesús son muy claras y que "ningún poder en el cielo y en la tierra, ni un ángel ni el Papa, ni un concilio ni una ley de los obispos, tiene la facultad de modificarlas".
R. – Antes que nada sería necesario comenzar una buena reflexión sobre lo que verdaderamente dijo Jesús. En esa época nadie tenía una grabadora para registrar sus palabras. Lo que se sabe es que las palabras de Jesús hay que ponerlas en contexto, están expresadas con un lenguaje, en un ambiente concreto, están dirigidas a alguien determinado.
P. – Pero entonces, si hay que examinar todas las palabras de Jesús y reconducirlas a su contexto histórico significa que no tienen un valor absoluto.
R. – En el último siglo han surgido en la Iglesia muchos estudios que intentan entender exactamente qué quería decir Jesús... Esto no es relativismo, pero certifica que la palabra es relativa, el Evangelio está escrito por seres humanos, está aceptado por la Iglesia que, a su vez, está formada por seres humanos… ¡Por lo tanto, es verdad que nadie puede cambiar la palabra de Jesús, pero es necesario saber cuál ha sido [esa palabra]!
P. – Entonces, ¿también es discutible la afirmación en Mateo 19, 3-6: "Pues lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre"?
R. – Me identifico con lo que dice el Papa Francisco. No se pone en duda, se pone en discernimiento…
P. – Pero el discernimiento es valoración, es elección entre distintas opciones. Ya no hay la obligación de seguir una única interpretación…
R. – No, la obligación existe siempre, pero de seguir los resultados del discernimiento.
P. – Pero la decisión final se funda sobre un juicio en relación a distintas hipótesis. Por lo tanto, toma en consideración también la hipótesis de que la frase "pues lo que Dios ha unido…" no sea exactamente como aparece. En resumen, pone en duda la palabra de Jesús.
R. – No la palabra de Jesús, sino la palabra de Jesús tal como nosotros la hemos interpretado. El discernimiento no elige entre distintas hipótesis, pero se pone a la escucha del Espíritu Santo que, como Jesús prometió, nos ayuda a entender los signos de la presencia de Dios en la historia humana.
P. - Pero, ¿cómo se discierne?
R. – El Papa Francisco discierne siguiendo a San Ignacio, como toda la Compañía de Jesús: hay que buscar y encontrar la voluntad de Dios, decía San Ignacio. No es una búsqueda en broma. El discernimiento lleva a una decisión: no se debe sólo valorar, sino que hay que decidir.
P. – ¿Y quién debe decidir?
R. – La Iglesia ha confirmado siempre la prioridad de la conciencia personal.
P. – Por lo tanto, si la conciencia, después del discernimiento, me dice que puedo hacer la comunión aunque la norma no lo prevea…
R. – La Iglesia se ha desarrollado a lo largo de los siglos, no es un pedazo de hormigón. Nació, ha aprendido, ha cambiado. Por esto se hacen los concilios ecuménicos, para intentar centrar los desarrollos de la doctrina. Doctrina es una palabra que no me gusta mucho, lleva consigo la imagen de la dureza de la piedra. En cambio la realidad humana es mucho más difuminada, no es nunca blanca o negra, está en un desarrollo continuo.
P. – Me parece entender que para usted la praxis del discernimiento tiene prioridad sobre la doctrina.
R. – Sí, pero la doctrina forma parte del discernimiento. Un verdadero discernimento no puede prescindir de la doctrina.
P. – Pero puede llegar a conclusiones distintas a la doctrina.
R. – Esto sí, porque la doctrina no sustituye al discernimiento, como tampoco al Espíritu Santo.
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En realidad, hay exegetas católicos que han interpretado las palabras de Jesús sobre matrimonio y divorcio como una admisión del repudio y las segundas nupcias.
Es el caso del monje camaldulense Guido Innocenzo Gargano, biblista y patrólogo de renombre, docente en las pontificias universidades Gregoriana y Urbaniana.
Su exégesis ha sido publicada íntegramente en www.chiesa el 16 de enero de 2015:

> Para los "duros de corazón" vale siempre la ley de Moisés
Es una exégesis que, es obvio, puede no ser compartida y de hecho ha sido contestada desde la raíz.
Pero tiene el valor de la transparencia y la "parresía", que falta en quienes cambian las palabras de Jesús sin manifestarlo y sin dar razón de ello.
(Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España)

NOTA: Puede leerse también lo que dice Catholicvs, en su Blog, comentando esta entrevista, de contenido tan heterodoxo.