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viernes, 20 de enero de 2017

Malta suspende a divinis a los curas que no den Comunión a adúlteros (CHURCH MILITANT)

FUENTE: CHURCH MILITANT



GOZO, Malta (ChurchMilitant.com) - Los sacerdotes de Malta serán los primeros clérigos que enfrentan una suspensión por rechazar la Sagrada Comunión a los católicos divorciados que se han vuelto a casar fuera de la Iglesia.

El obispo Mario Grech, de la diócesis de Gozo, Malta, está diciendo que despojará a todos los sacerdotes de sus facultades sacerdotales que no sigan sus nuevas directrices, alegando que está siguiendo las directrices de la exhortación papal Amoris Laetitia. Según los informes, ha tomado esta severa posición al regresar esta semana de su visita a Roma. Según la prensa alemana, Bp. Grech amenazó a sus sacerdotes con la suspensión a divinis si se niegan a cumplir.

Las directrices Bp. Grech co-publicadas el 8 de enero con Abp. Charles Scicluna, de la archidiócesis de Malta, son: "Si ... una persona separada o divorciada que vive en una nueva relación puede ... reconocer y creer que él o ella está en paz con Dios, no puede ser excluido de la participación en los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía "

Las orientaciones de Malta se centran en las conciencias de los civilmente casados que se presentan en la Misa para recibir la Eucaristía. No se hace mención de la conciencia del sacerdote que intenta seguir la ley de la Iglesia tal como está contenida en el Código de Derecho Canónico.

Canon 915 ordena que aquellos que "perseveran obstinadamente en pecado grave manifiesto no sean admitidos a la Santa Comunión". Este juicio se basa en la situación objetiva de la pareja, llamada foro externo, y es completamente independiente de su sentimiento subjetivo de culpa, que es parte de lo que se llama el foro interno.

Un canonista experimentado, el Dr. Ed Peters, enfatizó recientemente que a los sacerdotes la Santa Madre Iglesia les manda seguir este canon y no admitir a las parejas que viven públicamente en estado de pecado mortal objetivo a la Sagrada Comunión:

Al administrar la Sagrada Comunión a un miembro fiel, los sacerdotes católicos están obligados, no por las directrices supuestamente elaboradas a partir de un único, ambiguo y altamente controvertido documento papal, sino por el texto claro de otro documento papal, llamado Código de Derecho Canónico (especialmente el Canon 915 del mismo), y por la interpretación común y constante de tales normas a través de los siglos.

En una entrevista en mayo pasado, Cdl. Raymond Burke, patrón de los Caballeros de Malta, calificó de "grave injusticia" que los obispos ordenaran a sus sacerdotes que hicieran esta misma cosa que en conciencia no podían hacer.

"Si alguien le dice al sacerdote que tiene que hacer estas cosas, simplemente debe rechazarlo y afrontar las consecuencias", dijo.

Cardenal Koch: Martín Lutero habría “encontrado su propio Concilio” en el Vaticano II


FUENTE: ADELANTE LA FE 


Escrito por Hemos Visto (TOMADO DE ONE PETER FIVE)

Ayer les dijimos que la Oficina Filatélica y Numismática del Vaticano planea lanzar una estampilla con la imagen de Martín Lutero. Ahora, en una reflexión  publicada en el periódico oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, para conmemorar el quinto centenario de la Reforma Protestante, el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, realizó unas afirmaciones sorprendentes que parecen complementar al dedillo la extraña decisión.
Así como con la reciente publicación de la guía sobre Amoris Laetitia (discutiblemente herética) de los obispos malteses en L’Osservatore Romano, la talla de la publicación es importante en sí misma. Recuerden esta descripción de la finalidad del periódico, según el cardenal Tarcisio Bertone: “Creado para defender la religión católica y al Romano Pontífice, el diario se convirtió en el órgano oficial de la Sede Apostólica, que lo tornó un instrumento de valor para la difusión de las enseñanzas del sucesor de Pedro y de información sobre los eventos de la Iglesia.”
El texto con las afirmaciones de Koch aún no está disponible en inglés, pero uno de nuestros traductores, Andrew Guernsey, nos ofreció algunos extractos destacados. Cuando Koch habla de Lund, se refiere por supuesto a la visita papal del octubre pasado [énfasis nuestro]:
“…el evento de Lund no solo fue recibido con gratitud, sino también con críticas y oposición…Mientras del lado católico se teme una tendencia protestante, del lado protestante se ha hablado de una traición de la Reforma …
Estas expresiones, confesionalmente parciales y polémicas, que de parte de los católicos exacerbaban el rechazo de Lutero y su reforma, ya no son posibles en una era ecuménica. En una era ecuménica existe como regla general una participación conjunta en la vida de los otros, en la alegría y en el sufrimiento …
Es más, en el movimiento ecuménico, la idea se desarrolló hasta revelar que la Reforma no aplica solo a los protestantes sino también a los católicos y que, consecuentemente, la conmemoración de la Reforma hoy solo puede ocurrir en una comunión ecuménica. Esto se presenta a ambas partes como una invitación al diálogo sobre lo que los católicos pueden aprender de la Reforma y lo que los protestantes pueden extraer de la Iglesia Católica para enriquecer su propia vida.
…la conmemoración de la Reforma en el 2017 solo puede hacerse en una comunión ecuménica. En este contexto más amplio, queda más claro que a Martín Lutero sí le importaba. Él no quería en absoluto romper con la Iglesia Católica y fundar una iglesia nueva, pero tenía en mente la renovación de toda la cristiandad en el espíritu del Evangelio. Lutero ejercía presión para una reforma sustancial de la Iglesia y no una Reforma que condujera a la desintegración de la unidad de la Iglesia. El hecho de que su idea de reforma no pudiera realizarse en aquel tiempo se debe en gran parte a factores políticos. Mientras que, originalmente, el movimiento de reforma fue un movimiento de renovación dentro de la Iglesia, el nacimiento de la Iglesia Protestante fue, sobre todo, el resultado de decisiones políticas…
…Debido a que el verdadero objetivo de la reforma de Lutero era la renovación de toda la Iglesia, la división de la Iglesia, el nacimiento de una iglesia protestante y el alejamiento de las comunidades eclesiales protestantes de la Iglesia Católica no debieran ser considerados resultados exitosos de la Reforma sino una expresión de su fracaso temporal o al menos un recurso de emergencia. De hecho, el éxito verdadero y correcto de la reforma solo se realizará al superar las divisiones entre los cristianos, que se heredaron del pasado, y con la restauración de la Iglesia, una y unida, renovada en el espíritu del Evangelio.
Al respecto, el Concilio Vaticano Segundo, que unió de manera irrevocable el compromiso ecuménico de restaurar la unidad cristiana y la renovación de la Iglesia Católica, realizó una contribución esencial que al respecto nos permite afirmar que en el Concilio Vaticano Segundo, Martín Lutero habría “encontrado su propio concilio.” El concilio habría acudido a él en el tiempo en que él vivía. 
…será un gran logro si la conmemoración da los pasos necesarios para una comunión eclesial vinculante. Este debe ser el objetivo de todo el esfuerzo ecuménico y es, por lo tanto,  a este fin preciso que la conmemoración de la Reforma debe apuntar.
…Melanchthon ha demostrado ser un gran “ecumenista de su tiempo”, capaz de mostrarnos hoy el camino, mientras celebramos juntos la conmemoración de la Reforma. Esto será una oportunidad ecuménica solo si el 2017 marca no el final sino un nuevo comienzo en el camino del ecumenismo dirigido para alcanzar la comunión eclesial plena entre luteranos y católicos…
Aquí hay un par de cosas a considerar.
No tengo idea qué es una “era ecuménica”, o si hay una cura para eso. Lo que sé es que la Gran Comisión es válida para todos los católicos de todos los tiempos, sin excepciones.
Tampoco sé lo que significa una “comunión ecuménica” para prelados como Koch. Nosotros ya sabemos que el rechazo del concepto de “ecumenismo de retorno” — la idea de que toda actividad ecuménica debe estar dirigida hacia la conversión a la fe verdadera de los cristianos no católicos — está en ascenso en el Vaticano del siglo 21. En círculos ecuménicos escuchamos muchas veces sobre esta idea de “caminar juntos”, como si todos estuviéramos siguiendo caminos paralelos hacia el cielo, sin importar nuestras significativas diferencias teológicas.
Koch también dice que la división provocada por Lutero fue un fracaso de su parte; algo bastante tibio, pero que en realidad es una crítica más severa de lo que hubiera esperado. Luego dice, “De hecho, el éxito verdadero y correcto de la reforma solo se realizará al superar las divisiones entre los cristianos, que se heredaron del pasado y con la restauración de la Iglesia, una y unida, renovada en el espíritu del Evangelio.”
Eso suena vagamente al lenguaje del “ecumenismo de retorno”. No estoy seguro, porque el concepto de iglesia unificada — que debiera ser evidente en sí mismo — no está definido aquí como “la Iglesia Católica”. Si se refiere a esto, son buenas noticias, pero es raro, considerando el clima ecuménico en Roma.
Luego revela lo verdaderamente llamativo, al decir que “el Concilio Vaticano Segundo, que unió de manera irrevocable el compromiso ecuménico de restaurar la unidad cristiana y la renovación de la Iglesia Católica, realizó una contribución esencial que al respecto nos permite afirmar que en el Concilio Vaticano Segundo, Martín Lutero habría “encontrado su propio concilio.” El concilio habría acudido a él en el tiempo en que él vivía.”
Recuerdo una historia que me contó un amigo hace mucho tiempo, en los primeros tiempos de mi exploración del catolicismo tradicional. Dijo que conducía por un paisaje rural de Virginia y se le pinchó una goma. Al darse cuenta que no llevaba una de repuesto, caminó hacia la puerta del edificio más cercano — una iglesia luterana — y preguntó si podía utilizar su teléfono. (Esto fue antes de la omnipresencia de los teléfonos celulares). Dijo que fueron muy amigables y que, mientras estaba allí, como cristianos obedientes que eran, lo invitaron a la celebración dominical. Le entregaron un programa que llevaba impreso en su interior el texto de la liturgia.
“Era la Novus Ordo”, me dijo, con una expresión de sorpresa en su rostro.  “Casi palabra por palabra, con unos pocos pequeños cambios.”
Siempre me sorprendió, incluso entonces, antes de estar más atento a la crisis, que la liturgia católica, de realizarse correctamente, debiera ser una piedra de tropiezo para los protestantes. Fundamentalmente, tenemos una teología sacramental muy diferente. Con el paso del tiempo, pude comprender mejor la verdadera intención ecuménica, no solo detrás del cambio de la liturgia — a la manera protestante — sino también de la gran influencia protestante sobre el mismo Concilio Vaticano Segundo.
Y si bien la historia de mi amigo era de naturaleza anecdótica, no teológica, es razonable que si la liturgia católica post-conciliar resulta agradable a los luteranos, el concilio que montó el escenario para la creación de dicha liturgia bien podría haber sido aceptable al mismo Lutero. El cardenal Koch ciertamente parece pensarlo, ¿y por qué no debiéramos confiar en su palabra? Él es el hombre encargado de comprender las diferencias y las características compartidas entre nuestras dos religiones, y está bastante alineado con los que más sintonizan el llamado “espíritu del Vaticano II”.
Entonces uno se pregunta a qué se refiere Koch cuando habla de dar “los pasos necesarios para una comunión eclesial vinculante.” ¿Esta unidad, es algo que él vislumbra bajo la versión “sin dientes” del catolicismo post-conciliar, ofensivo (e inspirador) para nadie en absoluto? ¿O es algo aún menor — una federación de iglesias afiliadas libremente al Papa?
Lamentablemente, sólo podemos especular al respecto. Sea lo que sea, va a ser algo menor (o quizás mayor, dependiendo de cómo se mire) de lo que debiera ser, y eso es un problema. Necesitamos la restauración de un catolicismo auténtico — litúrgicamente, teológicamente, doctrinalmente, y catequísticamente — antes de poder hacer algo bueno a través de la evangelización. Me he preguntado muchas veces si muchos de los protestantes convertidos al catolicismo a partir del Concilio Vaticano Segundo se habrían convertido a la Iglesia pre-conciliar — y si no, ¿por qué no? ¿Se convirtieron a la totalidad de la verdad o solo a la muy redactada — y francamente, atontada — versión de esta potencia religiosa que era fuerza impulsora de la civilización cristiana?
Como les dije antes, sospecho que uno de los próximos temas en la agenda será la inter-comunión. Si estoy en lo cierto, se siente (a pesar de ciertos ruidos positivos sobre la “unidad”) como si en verdad solo fuera un paso más hacia justificar lo impensable.
(Traducción de Marilina Manteiga)

El Vaticano se ha vuelto loco (Vídeos de gloria TV)

¡Increíble, pero cierto! ¡Que Dios nos pille confesados!

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Obispos malteses (FRAY GERUNDIO)


Me aflige y atribula ver por doquier la foto de los dos obispos malteses, tan orgullosos ellos, tan erguidos y arrogantes, satisfechos de sí mismos, el más gordito casi pavoneándose de su hazaña. Por fin han podido tener su espacio. La red bergogliana se enorgullece con ellos y su actitud: Los obispos de Malta han dado ejemplo y orientación a sus fieles. Supongo que el jubilado y ocupadísimo cardenal Kasper y el flamante cardenal Cupich les mandarían un buz telefónico a estos dignos sucesores de los Apóstoles. Estos sí que se preocupan por sus fieles. Francisco los sacó en su Periódico Romano y sospecho que la edición protestante del mismo en Buenos Aires, también se habrá hecho eco del acontecimiento. Es verdad que han orientado a sus fieles: les han dado el GPS ideal para llegar al infierno, mal que le pese al rojerío arco iris (porque ahora va todo junto), que nos abruma con sus directrices.
Si como resultado del proceso de discernimiento, llevado a cabo con “humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y con el deseo de alcanzar una respuesta a ella más perfecta” (Amoris laetitia, 300), una persona separada o divorciada que vive una nueva unión llega –con una conciencia formada e iluminada– a reconocer y a creer estando en paz con Dios, no se le podrá impedir acercarse a los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía (cfr. Amoris laetitia, notas 336 y 351).
Me preguntaba uno de mis novicios espabilado, si esta conciencia que se siente en paz con Dios, se puede aplicar también a dos maromos/maromas que se sienten felices conviviendo y con la conciencia tranquila. O a un pecador solitario que se siente asímismo en paz con Dios y con una conciencia clara de que hace lo correcto, porque se lo ha recomendado su psicólogo para que libere sus tensiones internas. O a un célibe, que se siente sólo y abandonado -y recurre a cualquier barraganía aunque sea momentánea-, pero eso sí, con paz con Dios, por supuesto.
Mi respuesta ha sido de lo más conservadora: Hijo mío, siguiendo las enseñanzas de la Amoris, sigue a quién quieres seguir y haz lo que te diga tu conciencia. Si estás en paz y con conciencia clara de que debes pensar a lo maltés, cupichita y kasperita, hazlo. Si piensas que no, no lo hagas. Encontrarás mucha más gente por el camino ancho de la Amoris Laetitia que lleva a la vidilla, pero muy pocos por el camino de los dubbia. Tú sabrás.
Por su parte, las redes hartas de Bergoglio y de sus mariachis les han llamado de todo a los dos malteses, porque en realidad lo son: apóstatas es lo menos que se puede decir. Traidores a sus ovejas y lobos del rebaño. Excomulgados.
Pero en realidad, los malteses son el farolillo de cola de toda una lista de obispos, que han animado a sus fieles a los mismos pecados. Sandro Magister, el expulsado de Bergoglio, lo resume muy bien con su titular: La góndola de Malta se une a la flota del Papa. Porque no hay que olvidar, que en la propia Diócesis de Roma se interpreta la maldita Amoris Laetitia en el mismo sentido que señala su Obispo Bergoglio. Según instrucciones del cardenal Vallini (Vicario para la Diócesis de Roma), así hay que entender el tema. Y suponemos que este Vicario purpurado hace lo que le dice su Jefe, porque si no estaría ya destinado como cardenal-arzobispo en la Antártida. Y el propio Obispo de Roma, que desde su elección no ha dejado de estar en Buenos Aires, lo interpreta así en su carta explicativa a los indignos obispos argentinos que le preguntaron cuál era la conducta a seguir. Ergo si los obispos de Malta están excomulgados…
Pero no hay que preocuparse. Los días van pasando y las posturas se tienen que ir clarificando. Como decía el Señor, el que no está conmigo está contra Mí y el que conmigo no recoge, desparrama. No valen los tisquismiquis del si…, pero no. Tenemos ahora mismo muchos obispos a favor del adulterio y la profanación de la Eucaristía. A muchos defensores a capa y espada de Bergoglio y sus irrupciones en la tradición de la Iglesia y la moral sacramental. Y enfrente, tenemos unos pocos que piensan que eso es sencillamente intolerable.
Una vez más, San Pablo vuelve a la carga: El que coma indignamente el Cuerpo de Cristo, está comiendo su propia condenación. Mal que le pese a toda la casta bergogliana. Creo que muchos condenados en el infierno (y los que ellos hayan enviado) tendrán que llevar la Amoris Laetitia en su frente como señal de identificación.
Me apena profundamente pensar que todos los Obispos de la Conferencia Episcopal Española, prietas las filas, se hayan puesto ya el pin de la AL en sus ojales. Su unanimidad para defender lo indefendible, va a quedar en cueros cuando todo esto estalle. Ni uno solo ha sido capaz de decir que en su Diócesis se seguirá aplicando la doctrina de siempre sobre el matrimonio. Ellos están en otras cosas. Efectivamente, el camino que conduce a la perdición está abarrotado de mitras. Y como guía, el Obispo de Roma. Que Dios nos asista.