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viernes, 25 de noviembre de 2016

Contradicciones de un jubileo que llega a su fin (Roberto de Mattei)




Sin duda alguna, entre las claves para interpretar el pontificado del papa Francisco está su amor por la contradicción. Esta disposición de ánimo se hace patente en la carta apostólica Misericordia et misera, firmada en la clausura del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. 
En dicha carta, el papa Bergoglio deja sentado que todos los que frecuentan las iglesias de los sacerdotes de la Fraternidad san Pío X pueden recibir válida y lícitamente la absolución sacramental. El Papa corrige, por tanto, lo que constituía el principal factor de irregularidad en la fraternidad que fundó monseñor Lefebvre: la validez de las confesiones. 
Sería contradictorio imaginar que una vez reconocidas como válidas y lícitas las confesiones no se consideren igualmente lícitas las misas celebradas por los sacerdotes de la Fraternidad que, en todo caso, son ciertamente válidas. A estas alturas no se entiende qué necesidad pueda haber de un acuerdo entre Roma y la Fraternidad fundada por monseñor Lefebvre, dado que la postura de los mencionados sacerdotes está de hecho regularizada, y que los problemas que aún están sobre el tapete, como salta a la vista, son de escaso interés para el Sumo Pontífice.
En la misma carta, «para que ningún obstáculo se interponga entre la petición de reconciliación y el perdón de Dios», el papa Bergoglio concede, de ahora en adelante «a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado de aborto». 
En realidad, los sacerdotes ya estaban facultados para perdonar en la confesión el pecado de aborto. Ahora bien, según la doctrina multisecular de la Iglesia, el aborto se cuenta entre los pecados graves que se castigan automáticamente con la excomunión. «Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae», reza el Código de Derecho Canónico de 1983 en el canon 1398. Por tanto, los sacerdotes necesitaban autorización de su obispo para levantar la excomunión antes de poder absolver el pecado de aborto
Actualmente todo sacerdote puede levantar también la excomunión sin necesidad de recurrir a su obispo o haber recibido previa autorización de él. En la práctica, la excomunión desaparece y el aborto pierde la gravedad que le atribuía el derecho canónico.

En una entrevista emitida el pasado 20 de noviembre por Tv2000, el papa Francisco declaró que «el aborto sigue siendo un pecado grave», un «crimen horrendo», porque «pone fin a una vida inocente». 
¿Puede el Papa ignorar que su decisión de desvincular de la excomunión latae sententiae el delito de aborto relativiza ese horrendo crimen haciendo posible que los medios de difusión lo presenten como un pecado que la Iglesia ya no considera tan grave como antes y lo perdona con facilidad?
En su carta, el Papa afirma que «no existe ningún pecado que la misericordia de Dios no pueda alcanzar y destruir cuando encuentra un corazón arrepentido que pide reconciliarse con el Padre». 
Pero, como se hace manifiesto en sus mismas palabras, la misericordia es misericordia porque presupone la existencia del pecado y, por lo tanto, de la justicia. ¿Por qué habla siempre sólo del Dios bueno y misericordioso, y nunca del Dios justo que premia y castiga según los méritos y culpas del hombre? 
Los santos, como se ha señalado, nunca han dejado de exaltar la misericordia de Dios, inagotable al dar; pero al mismo tiempo, hablan de temer su justicia, rigurosa al exigir. Sería contradictorio un Dios que sólo fuese capaz de amar y premiar el bien pero incapaz de odiar y castigar el mal.
A menos que se crea que la ley divina existe pero es abstracta e impracticable, que lo único que cuenta es la vida concreta del hombre, que no puede evitar pecar, y que  lo que importa no es la observancia de la ley, sino la confianza ciega en el perdón y la misericordia divina.
Pecca fortiter, crede fortius. Pero esa es la doctrina de Lutero, no la de la Iglesia Católica.


Roberto de Mattei

Tres obispos apoyan públicamente a los Cardenales Brandmuller, Burke, Caffarra y Meisner tras los ataques recibidos por presentar sus "dubia" al Papa Francisco

FUENTE: CATHOLICVS


En los últimos días, tres obispos han hecho público su apoyo a los cuatro cardenales (Brandmuller, Burke, Caffarra y Meisner) que enviaron las preguntas ("dubia") al Papa Francisco para que aclare los puntos confusos de la exhortación "Amoris Laetitia":

S. E. Mons. Jan Wątroba, Obispo de Rzeszów y Presidente del Consejo para la Familia de la Conferencia Episcopal Polaca.
S. E. Mons. Jósef Wróbel, Obispo titular de Suas y auxiliar de Lublin (Polonia).
S. E. Mons. Athanasius Schneider, Obispo titular de Celerina y auxiliar de María Santísima en Astaná (Kazajistán).

El primero lo ha hecho en unas declaraciones a la agencia de noticias católica de Polonia KAI (Katolicka Agencja Informacyjna), en las que considera que la publicación de la carta de los cuatro cardenales al Papa Francisco "no es reprobable", sino la "expresión de su compromiso y preocupación por la correcta comprensión de las enseñanzas de Pedro", y afirma que él también espera "con interés la respuesta, la clarificación, sobre todo porque yo mismo me hago esas preguntas, al igual que otros obispos y pastores". Asimismo, señaló que "es una lástima que no haya ninguna interpretación general ni un mensaje claro del documento y que haya que añadir interpretaciones a la exhortación apostólica. Yo, personalmente -quizá por costumbre, pero también por profunda convicción-, prefiero documentos como los de Juan Pablo II, que no requerían comentarios o interpretaciones de la enseñanza de Pedro".

El segundo, según afirma en una entrevista concedida a "La Fede Quotidiana", dice que "los cuatro cardenales han actuado bien y han ejercido lo que está previsto en la ley canónica", ya que "no solo tienen derecho, sino incluso la obligación" de presentar sus preguntas. Considera que es oportuna una clarificación del documento, especialmente de su capítulo octavo, porque es ambiguo y "está mal escrita" -la exhortación-, y por eso se producen tantas interpretaciones.

Y el tercero, a través de una carta que ha publicado en apoyo de los cuatro cardenales, coincide con el anterior: "al publicar una petición de clarificación en un asunto que concierne simultáneamente a la verdad y a la santidad de tres sacramentos, el Matrimonio, la Penitencia y la Eucaristía, los cuatro cardenales sólo cumplieron con su deber básico como obispos y cardenales, que consiste en contribuir activamente para que la Revelación, transmitida por los Apóstoles, pueda ser preservada sagradamente e interpretada fielmente". El obispo cree que "en nuestros días, la Iglesia entera debe reflexionar sobre el hecho de que el Espíritu Santo no ha inspirado en vano a San Pablo para que escriba en la carta a los Gálatas el incidente de su corrección pública a Pedro. Uno debe confiar en que el Papa Francisco aceptará esta súplica pública de los cuatro cardenales con el espíritu del Apóstol Pedro cuando San Pablo le ofreció una corrección fraterna por el bien de toda la Iglesia".

Y en lo referente a las desaforadas críticas y ataques de ciertos prelados a estos cuatro cardenales [como, por ejemplo, el publicado anteayer en este mismo blog, que puede verse aquí], opina que "las reacciones extraordinariamente violentas e intolerantes de algunos obispos y cardenales contra la pacífica y cautelosa súplica de los cuatro cardenales provocan un gran asombro", entre otras cosas porque "el Papa Francisco realiza frecuentes llamamientos al diálogo abierto y sin miedo entre todos los miembros de la Iglesia en asuntos concernientes a los bienes espirituales de las almas [...] Las reacciones negativas a la declaración pública de los cuatro cardenales se asemejan a la confusión doctrinal general durante la crisis arriana del siglo cuarto".

La carta original, completa, ha sido publicada por Rorate Caeli. Puede leerse la traducción al español en este enlace.

CATHOLICVS