Decía mi abuela que algunas personas tenían mal de ojo. Ante mi extrañeza por la expresión, me explicaba que la sola mirada de ciertos sujetos (y sujetas) podía acarrear un influjo maléfico sobre los demás. A veces, decía ella, el contacto físico era peor todavía.

Se me ha venido a las mientes este recuerdo de niñez, cuando he visto a todos los analistas políticos quebrándose los sesos por la abrumadora caída de los comunistas de Podemos en las últimas elecciones al Parlamento español. Que si ha sido por esto, que si ha sido por lo otro. Incluso los mismos podemitas se tiran los trastos a la cabeza inquiriendo e investigando la razón última del fracaso, el hundimiento y la caída libre del Partido. Que si no hay que analizar los datos en caliente, que si hay que esperar a que se enfríen los ánimos, que si por esto no ha sido, que si por lo otro no puede haber ocurrido.
Y es que toda esta gente -periodistas, analistas, politiqueros y politicastros- no tienen los datos suficientes para intuir qué ha pasado. Es más: no se lo huelen. Como se las dan todos de laicistas, no buscan la explicación por la vía de lo sobrenatural. Y el mal de ojo, y vuelvo a citar a mi abuela, era de carácter sobrenatural.
Nadie recuerda ya, que pocos días antes de las votaciones españolas, el Vaticano anunció a bombo y platillo que el Papa Francisco iba a recibir en Septiembre a Pablo Iglesias, lider máximo de la formación comunista. Bueno, lo anunció a bombo y platillo, lo desmintió a bombo y platillo y lo reconfirmó a platillo y a bombo. No pongo los links, como dicen mis novicios, porque a esta alturas todos los que me leen saben que es verdad. Y si no, que vayan a las hemerotecas recientes.
¿Por qué anunciar en junio que el Papa va a recibir al podemita en Septiembre? Pues está claro. El Papa tiene debilidad pontificia por estos sujetos. Al Papa se le hace la boca agua pensando en un gobierno de estos sujetos cuyo lema es no a todo, no a lo bueno, sí a lo malo, no al capitalismo feroz, no a la propiedad privada, no a la pena de muerte, sí al mundo gay, sí a la persecución feroz de los católicos, y un largo etcétera de síes a lo malvado y de noes a lo que suene a orden establecido. Es sabido que el Papa DISFRUTA con estas personas porque son de las que sintonizan con él. Vuelvan a la hemeroteca los que quieran comprobarlo.
Los analistas, como son tan laicos y no tiene conocimientos “eclesiales” no saben que político que recibe Francisco, político que cae en las votaciones. Político que recibe Francisco, político que pierde. Pueden volver otra vez a las hemerotecas. Cada vez que Francisco apoya a un polìtico en época de elecciones, el fracaso es morrocotudo. O cosas peores. Fue darle mano al presidente del Ecuador y desatarse un terremoto terrible. Cosas del mal de ojo.
Ahora le ha echado el mal de ojo a Benedicto. Bueno, yo le llamo el cardenal Ratzinger, porque no es otra cosa. Dice que ojalá viva muchos años. Dios mío, qué imprudencia. Y encima le dio la mano en la celebración de su aniversario sacerdotal. Veremos lo que pasa en los próximos días, como Dios no lo remedie.
Mis novicios panolis (que andan con los preparativos de la JMJ de Polonia), me han pregunado sobre la opinión de Francisco sobre el papa Emérito. En una de sus muchas verborreas de avión a las que somete a los pobres periodistas (se lo merecen), y preguntado sobre las declaraciones del carota de Ganswein o como se diga, de que hay un papa activo y otro contemplativo, Francisco ha dicho que solamente hay un papa, que es él.
El caso es que con respecto a Ratzinger, Francisco se ha mostrado de lo más tradicional. Parecería raro que siendo un enemigo acérrimo de todo lo que suene a Tradición (vuélvase a la hemeroteca), sin embargo haya dicho con toda propiedad que no hay más que un Papa. Y es que amigo mío, en este tema hay que dejar las cosa claras. A ver si ahora que está bajando en las encuestas, le da a la gente por preferir al contemplativo en vez del activo. Y esto no se puede soportar. Después de verborrear sobre la Sinodalidad, el Pontificado compartido, las democracias eclesiales, los sínodos dialogantes y los diálogos sinodantes… tiene que insistir en lo que dice la Tradición: Papa no hay más que uno. Que no me toquen mi sillón.
Yo he dicho a mis novicios panolis que aunque parezca raro, yo me inclino por decir que hay dos Papas: uno destructivo, y otro contemplativo de la destrucción. Los dos iguales, aunque con matices.
Le aconsejo a Hilary Clinton que vaya unos días a Roma y le dé la mano a Francisco. Seguro que en ese caso, gana Donald Trump. Me apuesto la cogulla.