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martes, 26 de abril de 2016

Amoris Laetitia: Anatomía de una debacle pontificia (Christopher A. Ferrara)


Un extraordinario artículo de Christopher Ferrara, relativo a la Amoris Laetitia. Sólo coloco el final. Puede leerse completo pinchando aquí. Lo que hoy está ocurriendo es de una enorme gravedad, pues pretende acabar con la Doctrina de la Iglesia de 2000 años de antigüedad. Y todo ello ante el silencio de los Pastores de la Iglesia. Estamos completamente en manos de Dios. Es cierto que el cardenal Burke ha hablado de que la AL son opiniones personales  del Papa, pero se ha quedado corto.
Por lo tanto, acelere Cardenal Burke pues, a pesar de su carácter no vinculante, la promulgación de Amoris Laetitia confirma todas las expresiones de alarma de la solicitud de The Remnant de diciembre pasado que imploraba a Francisco que cambie de rumbo o considere renunciar al papado tal como prometió hacer en caso de estar incapacitado para el cargo:
Usted declara que esta “revolución de la ternura” tendrá lugar durante su Jubileo de la Misericordia… El motivo señalado para la “revolución de la ternura” es que, según usted, “la Iglesia misma a veces sigue una línea dura, cae en la tentación de seguir una línea dura, en la tentación de poner énfasis sólo las reglas morales, mucha gente es excluida”….

Los católicos saben que una verdadera revolución de ternura ocurre en cada alma que pasa por el Bautismo o que, correspondiendo a la gracia del arrepentimiento, entra al confesionario con el firme propósito de hacer enmienda y con un corazón contrito, se libra del peso del pecado, y recibe la absolución por un sacerdote ejerciendo in persona Christi …
La Iglesia Católica siempre ha sido una fuente inagotable de divina misericordia por medio de sus Sacramentos. ¿Qué es lo que su propuesta “revolución” le puede agregar a lo que Cristo ya ha provisto en Su Iglesia? ¿Puede usted declarar la amnistía al pecado mortal?
Ahora, en tanto que usted condena la “línea dura” de la Iglesia sobre las “reglas morales” y proclama una “revolución de ternura”, nos vemos encarados ante la inminente amenaza de inauditos “gestos” de “misericordia”… Entre estos gestos al parecer podría estar una exhortación apostólica post-sinodal autorizando la admisión a la Santa Comunión de los públicamente adúlteros, de acuerdo con el juicio individual de los obispos o conferencias episcopales … Se tiene la sensación de un giro casi apocalíptico de los acontecimientos en la historia de la Iglesia.
Todo católico que se precie tiene el deber de resistir este intento de derrocamiento del Magisterio inmutable por parte de un Papa descarriado que claramente no tiene respeto por la enseñanza de sus propios predecesores—habiendo tergiversado la enseñanza contraria y crucial de uno de ellos, junto con otras fuentes—y que se rebaja a la demagogia apelando a una “misericordia” que sería la peor clase de crueldad espiritual. Es impensable que los líderes de la Iglesia, nada menos que con un programa pastoral, pongan a las almas en riesgo de condenación al dejarlas permanecer en la condición que las amenaza, fomentando incluso que agraven su pecado con una participación sacrílega en la Sagrada Comunión mientras consideran si cesarán o continuarán en adulterio o fornicación.

Este es un desquicio nunca antes visto en la historia de la Iglesia. ¿Y dónde están los miembros de la Jerarquía para conducirnos en medio de esta locura? 


Tal como ocurría en el tiempo de la crisis Arriana, cuando San Atanasio estaba casi solo defendiendo públicamente la fe entre los jerarcas, así será hoy: los prelados que se mantengan firmes y se nieguen a despreciar la enseñanza de su propia Iglesia serán muy pocos en número, quizás tan pocos que puedan ser contados con los dedos de una mano. Es apropiado entonces, concluir este ensayo con las palabras de un prelado que puede llegar a estar entre esos pocos, el acertadamente nombrado Athanasius Schneider, quien dijo incluso antes que esta catastrófica amenaza se volviera realidad: 
“Non possumus!” Yo no aceptaré un discurso ofuscado ni una puerta falsa, hábilmente ocultada para la profanación del sacramento del Matrimonio y de la Eucaristía. Del mismo modo, no voy a aceptar una burla al sexto mandamiento de Dios. Prefiero ser ridiculizado y perseguido en lugar de aceptar textos ambiguos y métodos insinceros. Prefiero la cristalina “imagen de Cristo, la Verdad, en lugar de la imagen del zorro adornado con piedras preciosas” (San Ireneo), porque “yo sé a quién he creído”, “Scio, Cui credidi!” (II Timoteo 1: 12 ).
Christopher A. Ferrara