BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



lunes, 11 de abril de 2016

Jesucristo versus Amoris Laetitia (2 de 2) [José Martí]


Por lo tanto, a quien vive en estado de adulterio no se le puede engañar mediante un "discernimiento" mundano, que le lleve a considerar su situación como "normal" y "no irregular": tal situación es pecaminosa de por sí, y es MUY grave, independientemente de las circunstancias. No puede haber excepciones ni casos particulares que supongan un cambio en la doctrina, so capa de pastoral de misericordia.

Quien acompañe a las personas que se encuentren en ese estado debe de hablarles con gran ternura y comprensión pero, al mismo tiempo, sin engañarles: no venderles gato por liebre. Hacerles ver que la confianza en la misericordia de Dios debe de ir acompañada de un profundo sentimiento por haberle ofendido gravemente; y que deben de tomar el firme propósito de salir cuanto antes de la situación de pecado en la que viven. Ese es el mayor bien que se les puede hacer. Eso es lo que les llevará a discernir lo que le agrada al Señor. Hacerles saber que la gracia y la ayuda de Dios no les va a faltar, pero que tal gracia y tal ayuda pasa por el arrepentimiento y el propósito de enmienda. Un pastor que les aconsejara otra cosa tendría que dar cuenta ante Dios de su mala acción.

En la Exhortación Apostólica que estamos considerando aparece escrito lo siguiente:

305 (a). Por ello, un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones «irregulares», como si fueran rocas que se lanzan sobre la vida de las personas. Es el caso de los corazones cerrados, que suelen esconderse aun detrás de las enseñanzas de la Iglesia «para sentarse en la cátedra de Moisés y juzgar, a veces con superioridad y superficialidad, los casos difíciles y las familias heridas»

Se trata de una grave acusación de hipocresía, por parte del Papa, (¡acusación infundada y, por lo tanto, injusta e inmisericorde!hacia aquellos sacerdotes u obispos que actúan conforme a las enseñanzas de Jesucristo, que han recibido por Tradición y que transmiten con fidelidad ... 


Lo propio de un buen pastor es la obediencia, tal y como hizo Jesucristo, el Buen Pastor, por antonomasia, quien "se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Fil 2, 8) y quien dijo de Sí mismo: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra" (Jn 4, 34) y también: "Mi doctrina no es mía sino del que me ha enviado" (Jn 7, 16). 


Y la misión del sacerdote es la misma que la de Jesucristo: "Como el Padre me envió así os envío Yo" (Jn 20, 21). El sacerdote, el obispo o el Papa no tienen voluntad propia. Sus palabras nunca pueden contradecir la Palabra de Dios que han recibido, como un tesoro, para distribuirlo a la gente de modo que ese Mensaje llegue al mayor número posible de personas: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura" (Mc 16, 15). 


"Quien entra por la puerta ése es pastor de las ovejas" (Jn 10, 2) dice Jesús. Y más adelante: "Yo soy la puerta; si alguno entra por Mí se salvará" (Jn10, 9). Esa es la clave: Jesucristo, el cual "es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13, 8). Y esto es tan importante, llega hasta tal extremo que, como dice san Pablo: "Aunque nosotros, o un ángel del cielo, os anunciase un Evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1, 8).


Y la doctrina que enseñó Jesucristo, quien "es rico en misericordia" (Ef 2, 4) tiene unas connotaciones muy claras en todos los aspectos de la vida, pero en particular en lo que concierne al matrimonio: "Todo el que repudia a su mujer y se casa con otra, comete adulterio; y quien se casa con la repudiada de su marido, comete adulterio" (Lc 16, 18). Esto es una NORMA dada por Jesucristo. Y no admite excepciones, pues Jesucristo es Dios y Dios nunca se equivoca. Y esa NORMA es el mismo Cristo quien la da. El Espíritu de Jesucristo, que es el Espíritu Santo, quiere -por nuestro propio bien- que obedezcamos esa NORMA. ¿Quién se atreverá a juzgar a Jesucristo de corazón cerrado, de que se refugia en las normas y de que no tiene en cuenta a las personas concretas, Aquél que dio su Vida por todos y por cada uno de nosotros, para que tuviésemos vida en Él?

Y, sin embargo, resulta -según la Amoris Laetitia- que el que hace lo que dijo Jesucristo es acusado de corazón cerrado por el mismo Papa ... una acusación, por cierto, que lleva haciéndola ya durante todo el tiempo de su pontificado, que son ya más de tres años. Por las razones que sean - y que desconozco- este Papa que tenemos no aprecia la Tradición ni a los tradicionalistas, a los que llama, además, "fundamentalistas" [Ya hemos hablado mucho sobre ello en este blog]: no hay más que escuchar o leer lo que dice en casi todas sus homilías de Santa Marta ... o en sus declaraciones a la prensa. 


Un concepto muy particular de "misericordia" es el que tiene el santo Padre, pues se trata, entre otras cosas, de una "misericordia" selectiva: es blando y comprensivo con lo que él llama "las periferias" (judíos, musulmanes, hindúes, masones, políticos de izquierdas, homosexuales, etc.) y, sin embargo, es duro e intransigente con sus mejores hijos, aquellos que se mantienen fieles a la Tradición, sin que haya razones objetivas para actuar así ... pues lo que tendría que hacer es mimarlos y facilitarles el que ejerzan su misión de Evangelización ... ¡pues de ellos va a depender que la Iglesia no salte por los aires!.


De manera que ¿a quién hacemos caso? ¿Al Papa, por muy Papa que sea ... o a Jesucristo, que es el Fundador de la Iglesia ... y al que nos quieren arrebatar? Apliquemos el recto discernimiento.

297. Se trata de integrar a todos (…). Acerca del modo de tratar las diversas situaciones llamadas «irregulares», los Padres sinodales alcanzaron un consenso general, que sostengo: «Respecto a un enfoque pastoral dirigido a las personas que han contraído matrimonio civil, que son divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven, compete a la Iglesia revelarles la divina pedagogía de la gracia en sus vidas y ayudarles a alcanzar la plenitud del designio que Dios tiene para ellos» siempre posible con la fuerza del Espíritu Santo.

301. (...) Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.

305. (b) (…) A causa de los condicionamientos o factores atenuantes, es posible que, en medio de una situación objetiva de pecado —que no sea subjetivamente culpable o que no lo sea de modo pleno— se pueda vivir en gracia de Dios, se pueda amar, y también se pueda crecer en la vida de la gracia y la caridad, recibiendo para ello la ayuda de la Iglesia


Razonemos con lógica: Según la Doctrina secular de la Iglesia, quien recibe la sagrada comunión es preciso que esté en estado de gracia. Y si alguno ha cometido algún pecado mortal debe de confesarse primero. De lo contrario, añadiría un nuevo pecado -el de sacrilegio- a los que ya tenía. 


Por otra parte, en la Amoris Laetitia se lee que de aquellos que viven en las llamadas situaciones "irregulares" (parejas de hecho, matrimonios civiles entre cristianos, divorciados vueltos a "casar") no se puede decir que estén en pecado mortal ... ni que estén privados de la gracia santificante ...


Porque el Papa lo ha dicho, así, de un plumazo, resulta que quienes objetivamente están es pecado mortal, en realidad no lo están. Son ellos los que deben discernir si están o no en pecado. El subjetivismo elevado a la categoría de dogma. Ya no existen verdades absolutas ... porque esto sería sólo el primer paso para ir destruyendo, poco a poco, todos los dogmas de la Iglesia. ¿Cómo es posible que si se da una situación objetiva y clara de pecado mortal se pueda afirmar que tal situación objetiva de pecado no existe y que los tales pueden estar en gracia de Dios? Esto va en contra de toda la Doctrina bimilenaria de la Santa Iglesia. que 


En el fondo se está diciendo que no existe el pecado ... (¡eso depende de la conciencia individual de cada uno!). ¿Para qué confesarse entonces? ¿Qué necesidad de orientación tienen, entonces, estas personas, una vez que se les ha dicho -nada menos que en una Exhortación Apostólica- que el vivir del modo en que lo hacen no constituye ningún pecado? 


Estas afirmaciones del santo Padre son muy graves y se oponen directamente a la Doctrina Católica y a las enseñanzas recibidas por Jesucristo, por la Tradición y por el Magisterio Perenne de la Iglesia ... ¡y deben de ser, por lo tanto, desobedecidas! ... porque no están tocando sólo el aspecto pastoral sino también el dogmático, contradiciendo el dogma, tomando como pretexto una "misericordia" que no es tal misericordia y haciendo decir a Dios algo que no Él no ha dicho (pues mucha gente es papólatra y piensa que el papa puede hacer y deshacer lo que quiera, como si él mismo fuera Dios lo que, a todas luces, es una gran falsedad). Además, si de lo que se trata es de seguir las directrices del Concilio Vaticano II, hay que recordar que fue el mismo Papa Juan XXIII quien afirmó tajantemente que el Concilio en cuestión era sólo y exclusivamente de tipo pastoral y que no se iban a dar en él ningún tipo nuevo de definiciones dogmáticas, sino las que ya están establecidas. Pues bien: ¡Esto tampoco se está cumpliendo!

Se podría aducir que de las 325 cuestiones de las que trata la exhortación la gran mayoría son buenas. Y no entro en ello (imagino que sí) porque no he podido leerlas todas. Pero eso es irrelevante. Poco veneno mata. Un cáncer -por ejemplo- de cualquier órgano corporal, si no se extirpa a tiempo, aunque todo el cuerpo estuviese sano inicialmente, acaba destruyendo y matando a una persona. En el caso que nos ocupa, un solo error (¡de este calibre!) invalida, en realidad, a efectos prácticos, toda la Exhortación Amoris Laetitia porque, de aplicarse, acabaría destruyéndose el matrimonio y la familia ... y, con ello, toda la sociedad, tal y como la conocemos ... ¡lo que no se puede permitir!

Se podría aducir también que lo que aquí se dice se aplica sólo a casos particulares, muy especiales ... y después de haber realizado un estudio exhaustivo sobre esos casos ... 


Se puede decir todo lo que se quiera, pero lo cierto es que, una vez abierta la brecha, es cuestión de poco tiempo que el virus se extienda a todos los casos, que es justo lo que pasó con el llamado "piccolo divorcio" (sólo aplicable, en principio, a casos excepcionales) y que acabó convirtiéndose en divorcio a la carta. Y lo mismo se podría decir con relación al aborto. En todo caso, la Iglesia siempre ha condenado tanto el divorcio como el aborto, sin excepciones ... pues lo que he dicho se refería a la "política" de algunos países.


Pero ahora, con esta Exhortación, que tiene lugar en el seno de la misma Iglesia Católica, nos vamos a encontrar muy pronto legalizado el "divorcio católico". De hecho, existe ya un gran número de las "llamadas" nulidades matrimoniales que, en realidad, no son tales sino divorcios encubiertos.

No puedo finalizar sino aplicando el discernimiento que, ciertamente, es muy necesario, aunque rectamente entendido, tal y como viene reflejado en las Sagradas Escrituras; es decir, aquel discernimiento que busca la verdad ... con caridad, ... nunca el que se basa en la mentira ... aunque se adorne y use términos agradables, como el de misericordia: no debemos olvidar que el padre de la mentira y de todos los mentirosos es el Diablo.

Mi razonamiento es muy sencillo (creo): Si de aquellos que viven en situaciones "irregulares" no se puede decir que vivan en estado de pecado, sino en gracia (si así lo disciernen ellos mismos, en su fuero interno), es evidente que -aunque no se haya dicho "explícitamente"- los tales podrán comulgar y recibir el cuerpo de Cristo ... Y aquí no voy a ser yo quien hable sino el Espíritu Santo, en este caso, por boca del apóstol san Pablo, cuando habla de la Institución de la Eucaristía, el Misterio central de nuestra Fe:

"Cada vez que coméis este pan y bebéis este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga. Así, pues, quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la sangre del Señor. Examínese,por tanto, cada uno a sí mismo, y entonces coma del pan y beba del cáliz; porque el que come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación" (1 Cor 11, 26-29)



José Martí