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sábado, 12 de marzo de 2016

Pendientes de la Exhortación apostólica de Marzo sobre el Sínodo de la Familia



Durante dos años hemos asistido a un intento, poco advertido -por cierto- de cambiar la doctrina milenaria de la Iglesia sobre la indisolubilidad del matrimonio. Esto es algo que jamás se había producido anteriormente desde que la Santa Iglesia Católica fue fundada por Jesucristo hace ya dos mil años.

Señalo aquí una serie de entradas personales de este Blog, ordenadas por fecha y relacionadas, directa o indirectamente, con el tema del Sínodo de la Familia. En aquéllas que he tomado prestadas de otros autores (aun cuando yo haga también algún comentario, a veces) indico expresamente el nombre del autor correspondiente. Son éstas:

Encuesta universal (1 de 4) (2 de 4) (3 de 4) (4 de 4) 
(11, 12, 13 y 14 de noviembre de 2013)

La Iglesia no es una democracia ... ¡ni puede serlo! (1 de 2) (2 de 2) 
(1 y 2 de diciembre de 2013)

Discurso de apertura del Concilio Vaticano II y comentarios (1 de 3) (2 de 3) (3 de 3) 
(31 de diciembre de 2013)

Lo que Dios ha unido. La revolución cultural del cardenal Kasper (1 de 2) (2 de 2) 
(15 de marzo de 2014) (Roberto de Mattei)

Sobre la infalibilidad de los papas y los concilios 
(25 de abril de 2014)

El misterio del matrimonio indisoluble 
(2 de noviembre de 2014)

Los más profundos, aunque desapercibidos, problemas del Sínodo  (13 de octubre de 2015). El padre Juan Andrés de Jorge hace referencia a dos charlas del padre Alfonso Gálvez 

No sólo el matrimonio. Aquí acaban la Iglesia, la unidad y la doctrina. (21 de octubre de 2015) (Roberto de Mattei)

Un sínodo fracasado: todos han quedado derrotados, empezando por la moral católica 
(27 de octubre de 2015) (Roberto de Mattei) 

No puedo dejar de colocar aquí el vídeo explosivo de Michael Matt (editor de The Remnant) acerca del Sínodo, publicado el 28 de octubre de 2015:


Duración 13: 25 minutos


(29 de octubre de 2015)  (Michael Lofton)

(1 de noviembre de 2015). Contiene un vídeo del padre Alfonso Gálvez 

(2 de noviembre de 2015)

Análisis crítico sobre el discurso de clausura del Sínodo, en 13 entradas. Para la primera entrada (9 noviembre de 2015) hacer clic aquí. El resto se escribieron los días 12, 14, 16, 18, 19 y 20 de noviembre; y los días 1, 2, 14, 16, 24 y 29 de diciembre. 

El Denzinger-Bergoglio ha publicado diez artículos sobre la familia. Es de particular interés el que tiene por título: ¿Existe ruptura del vínculo matrimonial? ¿El matrimonio ya no es indisoluble? Imprescindible complemento

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Por cierto, el informe final del Sínodo puede leerse pinchando aquí. Como se sabe, consta de 94 puntos, los cuales fueron votados, uno por uno, por los 265 padres sinodales, siendo necesario, al menos 177 votos (dos tercios del total) a favor de cada punto para que éste fuese aprobado. Los parágrafos 84-86 (sobre los divorciados vueltos a casar) consiguieron 187, 178 y 190 votos “sí” y 72, 80 y 64 “no”, respectivamente. El número 85 se ha colado por un solo voto. Dice lo siguiente:

85.- San Juan Pablo II ha ofrecido un criterio integral que permanece como la base para la valoración de estas situaciones: “Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones. En efecto, hay diferencia entre los que sinceramente se han esforzado por salvar el primer matrimonio y han sido abandonados del todo injustamente, y los que por culpa grave han destruido un matrimonio canónicamente válido. Finalmente están los que han contraído una segunda unión en vista a la educación de los hijos, y a veces están subjetivamente seguros en conciencia de que el precedente matrimonio, irreparablemente destruido, no había sido nunca válido” (Familiaris Consortio, 84). Es entonces tarea de los presbíteros acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del Obispo. En este proceso será útil hacer un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y arrepentimiento.

Los divorciados vueltos a casar deberían preguntarse cómo se han comportado con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis, si hubo intentos de reconciliación, cómo está la situación del compañero abandonado, qué consecuencia tiene la nueva relación sobre el resto de la familia y la comunidad de fieles, qué ejemplo ofrece a los jóvenes que se deben preparar para el matrimonio. Una sincera reflexión puede reforzar la confianza en la misericordia de Dios que no se le niega a ninguno.

Además, no se pueden negar que en algunas circunstancias “la imputabilidad y la responsabilidad de una acción pueden quedar disminuidas e incluso suprimidas” (CCC, 1735) a causa de diversos condicionamientos. Como consecuencia, el juicio sobre una situación objetiva no debe llevar a un juicio sobre la “imputabilidad subjetiva” (Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24 de junio de 2000, 2a).

En determinadas circunstancias las personas encuentran grandes dificultades para actuar de modo distinto. Por ello, mientras se sostiene una norma general, es necesario reconocer que la responsabilidad respecto a determinadas acciones o decisiones no es la misma en todos los casos. El discernimiento pastoral, teniendo en cuenta la conciencia rectamente formada por las personas, debe hacerse cargo de estas situaciones. También las consecuencias de los actos realizados no son necesariamente las mismas en todos los casos.
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Aconsejo, especialmente, la re-lectura de mis posts del 19 y 20 de noviembre. En el del día 19 se habla de la importancia esencial de la cruz en un cristiano y de la fuerza que Dios da para superar todo tipo de dificultades en la vida cristiana y en el matrimonio, en particular. La lectura del post del día 20 puede servir para aclarar algunas ideas erróneas que se tienen normalmente sobre aquello de que la Iglesia debe de ser una Iglesia de "puertas abiertas" y "llena de misericordia". Hay que tener mucho cuidado con los sofismas.

Desconozco si mañana, día 13 de marzo de 2016, día en que se cumplen tres años de pontificado de Francisco, saldrá a la luz dicha exhortación. Lo más probable, pienso, es que sea el 19 de marzo, festividad de san José, patrono de la Iglesia Católica y el mejor padre de familia que jamás haya existido ni existirá. 

Sea el día que fuere, lo cierto es que, visto lo visto, mi opinión es que no se van a producir grandes cambios en la doctrina, la cual teóricamente seguirá siendo la misma, es decir: el matrimonio es indisoluble. Decir otra cosa provocaría un cisma. Pero, a renglón seguido  -insisto en que esto es sólo mi opinión de lo que pienso que va a ocurrir- se dirá que hay que estudiar caso por caso. Y que habrá casos en los que el verdadero matrimonio sería el segundo, dando el primero por anulado. Y la decisión será tomada prácticamente mediante un "diálogo" previo de los afectados con su confesor. Se dirá que estamos en otros tiempos y que la Iglesia tiene que amoldarse a ellos y no quedarse fija en el pasado y un largo etcétera que, en la praxis, dará lugar a la ruptura del vínculo "en algunos casos". Se dirá que es un problema de pastoral ... pero la pastoral no puede separarse de la doctrina.

Una vez abierta la puerta, so capa de misericordia, el desastre está servido; y lo que pasará después sólo Dios lo sabe ... Desde luego, no será bueno ni para los divorciados vueltos a casar, a quienes se les estará engañando, para tranquilizar su conciencia ni, por supuesto, para la Iglesia, que -por desgracia- se está convirtiendo, cada día más, en una organización meramente humana, en una religión sin Dios, donde lo que cuenta es el consenso, la sinodalidad, el vive y deja vivir, el ecumenismo sincrético (que no es nada) y el diálogo interreligioso (que es absurdo) ... En definitiva: una "religión" inventada por el hombre, que no tiene nada que ver con la Religión Católica de dos mil años de historia, cuyo fundador fue Jesucristo. Una "nueva Iglesia", en definitiva (se diga lo que se diga) ... con lo que eso supone con respecto a la Iglesia "antigua", porque no debemos olvidar que "de Dios nadie se ríe" (Gal 6, 7). 

Será cuestión de poco tiempo, pero lo que se avecina no es bueno; y todo por el complejo eclesial frente al mundo, a fin de que todos oigan lo que quieren oír: "Vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán lo doctrina sana sino que, dejándose llevar de sus caprichos, reunirán en torno a sí maestros que halaguen sus oídos; y se apartarán de la verdad, volviéndose a las fábulas" (2 Tim 4, 3-4). Y aquí sólo cabe añadir estas palabras de nuestro Señor:  "Quien tenga oídos para oír, que oiga" (Mc 4, 23)

Se pretende justificar lo injustificable, relativizándolo todo, a fin de que todos vivan con la conciencia tranquila: "Los que son cristianos, con la Biblia, y los que son musulmanes con el Corán, con la fe que recibieron de sus padres. Dios es un solo: el mismo". Pues bien, aunque Francisco diga otra cosa, lo cierto es que la verdad es perenne y no depende de las culturas.  Hay verdades absolutas, por más que esto se niegue en el mundo en el que vivimos que, para desgracia suya, ha optado por la mentira. Esa Verdad es el propio Cristo "en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia" (Col 2, 3). 

Y esta Palabra de Dios, que es Jesucristo, "es viva y eficaz, y más cortante que una espada de doble filo; entra hasta la división del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y descubre los sentimientos y pensamientos del corazón. No hay ante ella criatura invisible, sino que todo está desnudo y patente a los ojos de Aquél a quien hemos de rendir cuenta" (Heb 4, 12-13) 

El cuidado amoroso de los pastores por sus ovejas pasa por decirles siempre la verdad: Y la verdad es que no se pueden considerar excepciones en el precepto dado por Jesucristo acerca de la indisolubilidad del matrimonio. Fue Jesucristo quien dio ese precepto, Jesucristo, que es "rico en misericordia" y que "es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13, 8); el que dijo: "El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán" (Mc 13, 31), unas palabras que son "Espíritu y Vida" (Jn 6, 63) y que son, por lo tanto, de perenne actualidad, válidas para los hombres de todos los tiempos y lugares ... también para nuestro tiempo: ¡también!

Y esto es lo que dijo Jesucristo, con relación al matrimonio, cuando los fariseos, para tentarle, le preguntaron si le es lícito al marido repudiar a su mujer. A la pregunta que Jesús les hace sobre lo que Moisés les mandó, le responden que "Moisés permitió darle escrito el libelo de repudio y despedirla. Jesús les dijo: 'Por la dureza de vuestro corazón os escribió ese precepto. Pero en el principio de la creación los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre'. Una vez en la casa, sus discípulos volvieron a preguntarle sobre esto. Y les dijo: "Cualquiera que repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio" (Mc 10, 4-12).

Y san Pablo escribe a los corintios: "No os engañéis: ni los fornicamos, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los injuriosos, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios" (1 Cor 6, 9-10). Como vemos san Pablo no se anda con palabras de doble sentido.

En cuanto a Jesús no puede ser más claro ni sus palabras más actuales. ¿Nos quedamos con lo que nos diga cualquiera, por muy alto que se encuentre en la Jerarquía eclesiástica, o nos quedamos con lo que Jesús nos enseñó?  De todos modos, esperemos a ver qué es lo que nos dice el santo Padre en su exhortación apostólica sobre la familia: ¡Ojalá que me equivoque en mis apreciaciones!

José Martí