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miércoles, 1 de julio de 2015

Una solución equivocada (Padre Santiago Martín)


En moral sexual todo está permitido, siempre que sea consentido. Esa es la idea mundana que se pretende imponer, pero la Iglesia no puede ceder (en este terreno ni en ningún otro) para ser así aceptada por el mundo. Es el mundo el que nos necesita, para recobrar su propia identidad, una identidad que la gente ha perdido (y sigue perdiendo) porque no se les habla de Jesucristo, como verdadero Dios y verdadero hombre.

Nos viene aquí muy bien recordar las palabras de San Pablo a los gálatas, palabras inspiradas por el Espíritu Santo, como lo son todas las de la Biblia (y con esa idea "real" in mente deben ser escuchadas): "Si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema!. ¿Busco yo la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿O es que pretendo agradar a los hombres? Si todavía pretendiera agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo" (Gal 1, 9-10).

Si alguien pretende cambiar la doctrina de la Iglesia, el resultado de ese engendro ya no sería la Iglesia de Jesucristo. Sería "otra cosa". Pues si "inventan" su propia religión y "se fabrican" su propia iglesia, allá ellos con su conciencia, pero que a nosotros nos dejen tranquilos. Los primeros cristianos lo tenían muy claro, en medio de un ambiente de permisividad total en cuanto a moral sexual. Un ambiente hostil, pero ellos permanecieron fieles a la voluntad de Jesucristo y dieron su vida por Él. 

El padre Santiago Martín comienza hablando del referendum que hubo en Irlanda sobre el "matrimonio" gay (el 23 de mayo de este año) y hace, a continuación, un análisis muy claro y conciso sobre estos temas de candente actualidad. La solución que se pretende es equivocada. La única solución, la correcta, consiste en evangelizar bien y que la gente conozca a Jesucristo, porque sin Él no hay felicidad posible y estamos, sencillamente, perdidos. Como decía Pascal, en sus Pensamientos (729): "Fuera de Jesucristo no sabemos ni lo que es nuestra vida, ni nuestra muerte, ni Dios, ni nosotros mismos" 

11:09 minutos

Este vídeo puede verse también en Youtube

De este mismo autor puede verse otro video titulado: "Esto no puede seguir así", muy interesante, que trata sobre la situación actual de la Iglesia ante el próximo Sínodo.

En Argentina se legaliza el aborto (The Wanderer)

El huidizo cardenal Poli
Con la publicación del “Protocolo para la atención integral de las personas con derecho a la interrupción legal de embarazo”, Argentina legalizó, de hecho, el aborto. Esto ocurrió hace pocos días, apenas unas semanas después de que la Presidenta Cristina Kirchner, que ordenó tal reglamentación, fuera recibida por quinta vez por el Papa Francisco.

La reacción natural de muchas asociaciones y fieles católicos fue organizar la Marcha por la Vida y la Familia que tendrá lugar mañana, jueves, 2 de julio, frente al Congreso Nacional. Yo no soy muy partidario de este tipo de demostraciones por motivos que he expuesto abundantemente en el blog, pero soy consciente de que se trata de una opinión -y por tanto puedo estar equivocado- y que, sobre todo, la mayor parte de la gente que allí se congrega tiene la mejor de las intenciones y entienden buenamente que, de ese modo, defienden la fe. Frente a ese testimonio, no tengo más que respeto y simpatía.

A quien parece que no le despiertan ninguna simpatía estas marchas es al cardenal arzobispo de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli, quizás la figura más apagada y desleída del episcopado nacional.

Fue una sorpresa que el Papa Francisco nombrara sucesor en su cargo porteño el 28 de marzo de 2013, apenas trece días después de su elevación al solio petrino, y mucho más sorpresivo aún fue que el elegido hubiese sido Monseñor Poli


En las corredores de las curias argentinas se imponían las candidaturas de otros personajes más abiertamente siniestros. Pero el elegido fue Mario Aurelio, o Mongo Aurelio, como lo conocían sus sacerdotes pampeanos. El motivo de la preferencia pontificia es muy simple y muy propio de la política bergogliana: eligió a quien, con certeza, se dejaría pastorear. Es decir, al más sumiso y apocado de los obispos argentinos a fin de que él, desde Roma y por teléfono, siguiera gobernando sin interferencias la iglesia argentina. 

Es sintómatica de la poquedad de Poli la anécdota que él mismo relató: cuando el Santo Padre le imponía la birreta cardenalicia, le dijo “Quién te ha visto, y quién te ve”. Y el pobre infeliz se reía al contarlo, sin darse cuenta quizás que el metamensaje era: “Sos una nada vestida de colorado que me debés todo”.

Y esto, que podría ser solamente especulaciones, se ha visto confirmado una vez más con ocasión de la Marcha por la Vida y la Familia a la que hicimos referencia. Los organizadores deseaban, como es natural, si no la presencia y liderazgo de sus obispos -lo cual sabían imposible, dada la conocida hombría de nuestros pastores-, al menos algún tipo de aliento y bendición a través, por ejemplo, de un simple comunicado de prensa. Dos de las jóvenes organizadoras solicitaron con insistencia una audiencia al cardenal Poli quien, durante una semana las destrató negándoles el encuentro (lo que se dice, un “obispo con olor a oveja”). 

Ellas no se conformaron y lo frenaron a la salida de la Catedral. La reacción de Su Eminencia fue de huída, literalmente. Estaba nervioso, asustadizo, como sintiéndose descubierto. Se limitó a decirles que el Santo Padre no era muy entusiasta de esas marchas pro vida. Y a continuación agregó: "La Iglesia acompaña el tiempo electoral; no puede tomar partido por un sector en contra de otros. Ya bastante mi oposición al gobierno al defender a Fayt".

Con lágrimas en los ojos sintiéndose defraudadas pero conservando su candor, las jóvenes le dijeron: "Bueno, al menos, bendíganos a nosotras". De pésima gana y en un gesto brusco y fugaz, trazó un simulacro de bendición en el aire y las dejó. Todo esto sucedió hace exactamente una semana.

El episodio muestra con claridad la estopa de la que está relleno no solamente Poli, sino la mayor parte de los obispos de nuestro país. Al Primado no le queda ni siquiera la dignidad de ocultar su abyección y servilismo y declara abiertamente ser un felpudo del Obispo de Roma como si él, como sucesor de los apóstoles, no tuviera la suficiente autoridad para apoyar una iniciativa de sus fieles.

Peor aún, entiende que ha hecho bastante con oponerse al gobierno por el caso Fayt. Como si la defensa de la fe tuviera un límite, y como si la defensa de un socialista romántico injustamente atacado por cuestiones de la más baja política tuviera algo que ver con la defensa de la fe. 


Vendría bien que el Eminentísimo Cardenal, que se viste de púrpura en memoria de la sangre de los mártires romanos, recordara a los cristianos sirios y coptos que diariamente son degollados por nuestra fe de rodillas, con dignidad y rezando el Padrenuestro. Este Poligriyo, como también le decían en La Pampa, en cambio, se espanta frente a la posibilidad de contrariar al Papa Francisco o a la Presidente Cristina Kirchner.

No se entiende tampoco la certeza del cardenal de que la Iglesia “no puede tomar partido”. Debe tomar partido por Cristo, en primer lugar y, como consecuencia lógica, por todas las enseñanzas del Evangelio. San Policarpo de Esmirna tomó partido y le costó la cabeza en el año 155 y también les costó la vida tomar partido a los doce obispos mártires españoles durante la última Guerra Civil en 1936.

Los argentinos hemos tenido que soportar a lo largo de nuestra historia muchas maldiciones: los liberales, el peronismo, Marcelo Tinelli y el episcopado, por ejemplo. Y pareciera que no hay modo de superarlas: las crías que producen sos peores que sus padres.

The wanderer