BIENVENIDO A ESTE BLOG, QUIENQUIERA QUE SEAS



jueves, 31 de julio de 2014

¿Fundamentalismo cristiano? (7) [Los cristianos "fundamentalistas"]

Si se desea acceder al Índice de esta primera parte sobre Fundamentalismo cristiano, hacer clic aquí

De todo lo dicho anteriormente, hay algo que queda muy claro. Y es que a los que el papa Francisco llama, empleado un término desafortunado, fundamentalistas cristianos, son nada menos que los cristianos de toda la vida, aquellos "cristianos de a pie" que, sin ser grandes teólogos, tienen fe, una fe que recibieron de sus padres y que siguen manteniendo, por la gracia de Dios. 

A estos cristianos se les suele llamar tradicionalistas.  Y estos -por lo que estamos viendo- son los que perturban al Papa y a los que llama fundamentalistas (¿?). No entiendo por qué, la verdad. ¿Tal vez porque no están conformes con que algunos pastores de la Iglesia Católica enseñen como si fuera algo ortodoxo lo que está en clara disconformidad con la Revelación y la doctrina de la Iglesia de veinte siglos? ¡Pero si eso es lo lógico y lo coherente! 


¿Por qué ofenderse de que un cristiano actúe y piense como cristiano? Lo raro es, precisamente, lo contrario, que es lo que está hoy de moda. Por desgracia, existen hoy en la Iglesia muchos cristianos católicos que admiten, como si fuese algo normal -e incluso bueno- la contracepción, el divorcio, el aborto, la homosexualidad y todo aquello que ha sido condenado expresamente por la Iglesia católica. Los que así piensan o actúan no son católicos. Es imposible pertenecer a la Iglesia y tener un pensamiento distinto al de la Iglesia. Esto es de sentido común. Ciertamente hay aspectos que pueden cambiar con el tiempo, en función de problemas nuevos, por ejemplo; pero aquello que ya está establecido como dogma es intocable, porque oponerse a ello es oponerse a Dios, quien dio a su Iglesia potestad de hacer y deshacer. Y el hombre no puede cambiar lo que Dios ha establecido. 


Hay aspectos fundamentales en los que la Iglesia no puede cambiar, so pena de dejar de ser la Iglesia Católica y convertirse en otra cosa. Hay, por ejemplo, muchos que se dicen católicos y, sin embargo, no creen en la divinidad de Jesús, ni en su Resurrección, ni en su presencia real en la Eucaristía, etc... ¡Pues aunque se digan católicos... no lo son! Y al decir esto incluyo también a ciertos sacerdotes y a ciertos jerarcas de la Iglesia, falsos pastores que engañan y confunden a las ovejas que les han sido encomendadas. 


El Papa debería sentirse orgulloso de que aún existan cristianos que pese a todos los pesares, siguen manteniendo su fe de siempre en las verdades perennes, conscientes de que hay cosas que no pueden cambiar: "El Cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán". (Mt 24,35)  Y, además, "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13,8). Todas estas cosas no son inventos de hombres, sino palabra de Dios. Así lo dice san Pablo: "Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argumentar, para corregir y para educar en la justicia" (" Tim 3,16). 


Todas estas cosas se podrán creer o no creer, pero no se pueden modificar. El que crea y -ayudado por la Gracia- viva conforme a lo contenido en las Escrituras y rectamente interpretado por la Tradición de la Iglesia, ése podrá considerarse católico (¡supuesto, lógicamente, que esté bautizado!). Pero el que no crea, porque ha decidido inventarse otra religión que le agrada más y es más fácil de cumplir (o por lo que sea), lo que no puede honradamente pretender es presentar sus nuevas ideas personales como que son de la Iglesia. No se puede añadir ni quitar nada de las Escrituras ni darle la interpretación personal que uno quiera (como hacen los protestantes). El que tal haga, desde luego que no pretenda llamarse católico, bajo ningún concepto. Si lo hace, su pecado será mucho mayor y, tal vez, irremediable (pues es un pecado contra el Espíritu Santo ... y estos no se perdonan). La Biblia es muy clara: "Si alguien añade algo a esto, Dios enviará sobre él las plagas descritas en este libro [se refiere aquí al Apocalipsis, aunque lo dicho vale para toda la Escritura]; y si alguien sustrae alguna palabra a la profecía de este libro, Dios le quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa que se describen en este libro" (Ap 22, 18-19)


En realidad lo que procuran estos católicos "tradicionalistas" es mantenerse fieles a la Tradición que han recibido, a la palabra de Dios que se encuentra en el Nuevo Testamento, correctamente interpretado por la Iglesia de siempre: "Conserva el mandamiento sin tacha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (1 Tim 6,14). "Guarda el depósito" (1 Tim 6,20). Esto tiene una importancia capital. Ya en los comienzos, el mismo apóstol Pablo tuvo que corregir severamente a los Gálatas con estas palabras, que son hoy aún más actuales que entonces: "Me sorprende que abandonéis tan deprisa a quien os llamó por la gracia de Cristo, para ir a otro evangelio; no es que haya otro, sino que hay quienes os perturban y quieren trastocar el Evangelio de Cristo" (Gal 1, 6-7) ¿Qué es sino eso lo que está ocurriendo hoy en día? ¿No nos damos cuenta de que se quiere trastocar el Evangelio de Cristo y cambiarlo por doctrinas puramente humanas, en donde todo tenga su explicación "racional" y todo lo sobrenatural se considere como un invento? ... Continúa diciendo San Pablo: "Aunque nosotros o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1,8)

  
Estos cristianos sencillos, obedientes y de buen corazón, a los que tanto se critica, llamándoles de todo, incluso por muchos de los que tienen responsabilidades en la Jerarquía, tienen -gracias a Dios- las ideas muy claras acerca de lo que está bien y de lo que está mal en la Iglesia. Aprendieron el catecismo cuando eran niños y conocen las verdades que debemos creer, los mandamientos que debemos cumplir y los medios para santificarnos, que son la oración y los sacramentos.

Cuando comulgan saben que están recibiendo, verdadera y realmente, el cuerpo y la sangre de Nuestro Señor Jesucristo:  es el mismo Jesucristo, con su humanidad también, quien -aunque "velado" por los accidentes del pan y del vino- está realmente presente en la hostia consagrada (no en recuerdo ni en memoria ni en figura sino "in re"). 


Creen en María, como realmente virgen (antes del parto, en el parto y después del parto) y realmente madre: madre de un "alguien" que es su hijo -que estaba en su vientre por obra del Espíritu Santo- .Ese "Alguien", que es Jesús, además de ser verdadero hombre como nosotros -tiene nuestra naturaleza humana-, es también verdadero Dios -tiene una naturaleza divina. La Persona de Jesús, en cambio, es divina. Y como al hablar de alguien siempre nos referimos a la persona, resulta que María, que es madre de Jesús, al ser divina la Persona de Jesús, se puede decir, con toda propiedad -y esto es dogma de fe- que María es Madre de Dios. María es, además, la única persona humana que se encuentra en cuerpo y alma en el Cielo, pues aunque Jesucristo se encuentra también en cuerpo y alma en el Cielo, la Persona de Jesucristo no es humana sino divina; no ocurre así con María. Ella es una persona humana, no es ninguna diosa.


Saben que Jesucristo resucitó realmente (Jn 21,5) con su cuerpo y alma gloriosos -con propiedades especiales, pero conservando los estigmas de su pasión (Jn 20, 27), y que esto no es ninguna metáfora ni ningún invento, sino un hecho histórico cierto que da sentido a sus vidas (1 Cor 15,17). 

Saben que que no tenemos aquí morada permanente, sino que vamos en busca de la venidera (Heb 13,14), pues son ciudadanos del cielo (Fil 3,20); y confían en el Señor, el cual transformará su cuerpo vil en un cuerpo glorioso como el suyo (Fil 3,21)


Saben que, aunque ahora no lo ven, sin embargo, Jesús se fue para prepararles un lugar, de modo que cuando venga de nuevo los llevará con Él, de modo que donde esté Jesús estarán también ellos con Él (Jn 14,3-4) 


Saben que no se nos ha dado ningún otro Nombre bajo el Cielo por el que podamos salvarnos, sino el de Jesucristo (Hech 4,12) y éste crucificado, aunque sea locura para los gentiles y escándalo para los judíos (1 Cor 1,23). 

En fin, creen todo lo que la Iglesia nos enseña (la Iglesia de veinte siglos), no lo que diga tal o cual Papa en cualquier comentario o entrevista; y saben, además, que fuera de la Iglesia católica (que es el Cuerpo Místico de Cristo, en el cual participamos) no hay salvación. 


Estos son los católicos -a mi entender- a los que el Papa, de modo impropio, llama fundamentalistas (pues otros no pueden ser como vamos a ver a continuación)

(Continuará)