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martes, 10 de diciembre de 2013

Entrevista al Papa por el director de La Civitta Cattolica (2 de 4)



Antes de decir ninguna otra cosa, vaya por delante mi fidelidad a la única Iglesia fundada por Jesucristo, que es Santa, Católica, Apostólica y Romana. Tengo muy claro que esto es esencial, pues fuera de la Iglesia no hay salvación posible; lo cual no me impide hacer uso del recto discernimiento, como el Papa desea que hagamos, y como es lo propio en las personas humanas, dotadas por Dios de inteligencia y voluntad.




Y además, doy por supuesto, una serie de ideas, que considero que todo cristiano (católico) debe tener, y que son fundamentales. Me referiré tan solo a alguna de ellas, en esta entrada.

En primer lugar, es preciso recordar que el Papa, cuando habla en situaciones ordinarias, entrevistas, homilías, exhortaciones apostólicas, etc., si no lo hace "ex cathedra", en comunión con la Iglesia fundada por Jesucristo, no es infalible. Sus palabras y sus ideas siendo, como son, las palabras del Papa, y siendo el Papa el representante de Cristo en la Tierra, deben ser siempre muy tenidas en cuenta y meditadas, en la presencia del Señor; eso sí, sabiendo que, aun con toda la mejor buena intención del mundo (que yo no pongo en entredicho, ni soy quién para hacerlo) también el Papa puede errar en lo que diceEl Papa no es Jesucristo
Los cristianos estamos obligados a creer todo lo que la Iglesia enseña como Iglesia, pero no todo lo que dicen los papas a toda hora y en cualquier momento o en cualquier entrevista.



El Papa, pues, puede equivocarse: no sería el primer papa que ha cometido errores a lo largo de la historia de la Iglesia. Sin embargo, hay que reconocer que LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA IGLESIA ES ESPECIALMENTE GRAVEPese a la conducta escandalosa de algunos papas, nunca, hasta ahora, se habían cuestionado las verdades de fe, que estaban muy bien definidas. Hoy no sucede así ... y los errores doctrinales son mucho más peligrosos que los morales a los que, por supuesto, también conducen, como no podía ser menos.

Se cuentan ya por millones los cristianos que han abandonado la fe que recibieron en el bautismo. El rechazo de Dios que se está produciendo en toda la sociedad es tremendo: clama al cielo la pérdida de fe que está teniendo lugar, a un ritmo vertiginoso y en todas las partes del mundo. Estamos llegando a una situación de apostasía universal. No hay más que abrir los ojos para darse cuenta de que eso es así; lo que, dicho sea de paso, es de una gravedad extrema y altamente preocupante. Razón de más para que le pidamos al Señor, con insistencia y sin cansarnos, que ilumine al Papa Francisco de modo que las decisiones que tome sean las correctas, es decir, aquellas que hagan realmente bien a la Iglesia. 


¡Es urgente y necesario pedir para que el Papa actúe como lo haría el mismo Jesús, a quien representa!. En este mundo que anda a oscuras, y cada vez más confuso y desesperanzado, es preciso escuchar de nuevo, con avidez, las palabras de Jesús, quien  dijo de sí mismo: "Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida" (Jn 8,12).



Ciertamente el Papa tiene una gran carga sobre sus espaldas; y una gran responsabilidad con respecto a las decisiones que tome (pues afectan a millones de cristianos) y de ellas deberá rendir cuenta ante Dios. Pero no es menos cierto que si Dios lo ha elegido como Papa y él se deja conducir por el Espíritu Santo, cuya asistencia nunca le va a faltar, y actúa con prudencia y recto discernimiento, no tendríamos por qué preocuparnos. 

¿Qué regla tenemos para conocer si el Papa se equivoca o no? Como siempre, la respuesta se encuentra en el Evangelio. Y nos la da el mismo Señor, cuando dice:"Guardaos de los falsos profetas que vienen a vosotros disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis" (Mt 7,15-16). No hay otra regla más segura. Y en eso debemos fijarnos. El Papa debe ser un fiel depositario de la tradición recibida. Y no puede actuar oponiéndose a lo que le ha sido entregado. Su misión fundamental es dar a conocer a Jesucristo en toda la faz de la Tierra. Podemos recordar aquí la advertencia de Jesús a Pedro: "Simón, Simón, mira que Satanás os busca para cribaros como al trigo, pero Yo he rogado por Tí para que no desfallezca tu feY tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos" (Lc 22, 31-32).



Las decisiones del Papa han de venir dadas en el sentido de que Jesucristo sea conocido y amado en todo el mundo, pues con Él viene la paz, la verdadera paz que el mundo no conoce, así como también la verdadera alegría, que es inseparable del amor a Jesús y que en ninguna otra religión se puede encontrar: "Ningún otro nombre hay bajo el cielo, dado a los hombres, por el que podamos ser salvos" (Hech 4,12). Como sabemos, el autor de esta frase es nada menos que el Espíritu Santo, el Espíritu de Verdad, que no puede errar.  


El Papa debe tener presente (¡y también nosotros!) que tiene frente a sí a un mundo que odia a la Iglesia y que desea su destrucción, hasta límites insospechados. De ahí los abundantes consejos del Señor Jesús, en ese sentido: "Vigilad y orad para que no caigáis en tentación; porque el espíritu está pronto, pero la carne es débil" (Mt 26,41). Y así San Pedro, (el primer Papa), decía: "Sed sobrios y vigilad, pues vuestro adversario, el Diablo, ronda como león rugiente buscando a quien devorar" (1 Pet 5,8), exhortación ésta, dada a los primeros cristianos, que vale como norma para que sea dicha por todos los Papas y, en concreto, vale también para el Papa actual. En este sentido, no puede haber cambios en la Iglesia, pues "Jesucristo es el mismo ayer y hoy y por los siglos" (Heb 13,8). 


De ahí el consejo de San Pablo (que más que consejo es una orden): "Revestíos de la armadura de Dios para que podáis resistir las insidias del Diablo, pues nuestra lucha no es contra la sangre o la carne, sino contra los principados y potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires" (Ef 6,11-12).




Alguno se preguntará que adónde quiero llegar con todas estas citas de la Sagrada Escritura. La respuesta es sencilla. Y es que si el Papa actúa conforme a las enseñanzas de Jesús debe encontrar una fuerte oposición (incluyo dentro de la misma estructura jerárquica), como debe ser: "Todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús sufrirán persecución" (1 Tim 3,12). 
"¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26). Las palabras de Jesús no son ambiguas. Y son la clave para DISCERNIR entre el error y la verdad. El que viva conforme a las enseñanzas de Jesús necesariamente encontrará enemigos. Jesús se lo advierte a sus discípulos, para que no se llamen a engaño: "Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como no sois del mundo, sino que Yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia" (Jn 15,19). Un odio que será tanto mayor cuanto con más fe sea predicado el Evangelio. Y máxime si se trata del representante de Cristo en la Iglesia. "Pues escrito está: 'Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas" (Mc 14,27)". 


Aunque la cita que sigue es larga, es muy clarividente con respecto a la voluntad de Dios. Y nos sirve para saber DISCERNIR entre lo que es verdad y lo que es mentira"Carísimos, no creáis a cualquier espíritu, sino examinad los espíritus, si son de Dios, porque se han presentado en el mundo muchos falsos profetas. Podéis conocer el Espíritu de Dios por ésto: todo espíritu que confiese que Jesucristo ha venido en carne es de Dios; pero el espíritu que no confiese a Jesús no es de Dios: ése es el Anticristo, de quien habéis oído que está para llegar y que ahora está ya en el mundo.Vosotros, hijitos, sois de Dios y los habéis vencido, porque el que está en vosotros es más fuerte que el que está en el mundo. Ellos son del mundo: por eso hablan cosas mundanas y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha; quien no es de Dios, no nos escucha. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error" (1 Jn 4, 1-6). 

(Continuará)