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lunes, 4 de noviembre de 2013

Acerca de la Iglesia Católica y su historia (9)

El más grave error de la doctrina de Lutero es que negó el magisterio establecido y su tradición y erigió la conciencia del individuo en juez del contenido de la Biblia. La frase "peca con fuerza, pero cree con más fuerza" procede del propio Lutero (pecca fortiter, sed crede fortius).

Lutero tenía su propia interpretación de la Biblia. Lo curioso es que negó radicalmente a todos los demás la libertad de interpretar la Escritura tal como él la entendía. Lo que significa que la base del luteranismo es un dogmatismo subjetivista o un subjetivismo dogmático. Aquí radica el motivo de la constante fragmentación del protestantismo en múltiples movimientos. Contra su voluntad, pero siguiendo una evolución lógica, Lutero llegó a ser el padre de la conciencia autónoma. (Lortz).

Lutero se quejaba de que su doctrina muchas veces era interpretada "carnalmente", como si fuera una liberación de los vínculos morales, y de que ahora, bajo el evangelio, la moralidad marchaba aún peor que bajo el papado. Pero es que, en buena lógica, "si mi voluntad no es libre, y no puede hacer en absoluto nada provechoso para la salvación, y la concupiscencia es invencible", entonces ¿para qué esforzarse? ¿Por qué no dejarse llevar?. Esta doctrina del luteranismo encierra, en sí misma, el peligro objetivo del quietismo y del libertinaje.

Ciertamente Lutero tenía razón en muchas cosas. Su gran error fue apartarse de la única Iglesia fundada por Jesucristo, a la que su fundador prometió que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Las anomalías dentro de la Iglesia y el mismo oscurecimiento de su doctrina imponen el deber de la crítica y la exigencia de la reforma, pero siempre dentro de la unidad. Las anomalías no pueden justificar jamás un rechazo de la Iglesia misma (Lortz)

[En todo este estudio estoy tomando como libro básico de referencia, aunque no de modo exclusivo, la Historia de la Iglesia, de Joseph Lortz, con muchas frases textualmente sacadas de ese libro, que suelo escribir con letra cursiva]


La confusión teológica era muy grande. Después de infinitas vacilaciones y resistencias de todo tipo por parte de la curia y de la corte de Francia, el mismo rey de Francia y el emperador convinieron en convocar un Concilio, cuyo sesión de apertura tuvo lugar en Trento el 13 de diciembre de 1545, (dos meses antes de la muerte de Lutero) concluyendo el 4 de diciembre de 1563. En total, unos cinco años de actuación, esparcidos en un espacio de 18 años, de 1545 a 1563.

El concilio de Trento es el más largo y uno de los más importantes Concilios de la historia de la Iglesia. Como tuvo dos largas interrupciones, puede dividirse en tres períodos: Bajo el pontificado de Pablo III (del 13 de diciembre de 1545 al 11 de marzo de 1547 en Trento; y en Bolonia desde el 21 de abril de 1547 hasta el 3 de febrero de 1548); suspensión oficial el 14 de septiembre de 1549; bajo el de Julio III (desde el 1 de mayo de 1551 a 28 de abril de 1552); luego hubo una interrupción de diez años; y concluyó finalmente bajo el pontificado de Pío IV (18 de enero de 1562 a 4 de diciembre de 1563). Desde su comienzo hubo 25 sesiones, y fueron aprobándose una serie de decretos. La sesión de clausura (la vigésimo quinta) se celebró durante los días 3 y 4 de diciembre de 1563.

La importancia dogmática del Concilio de Trento consiste en haber eliminado con su luz aquella semioscuridad e incertidumbre reinante en el siglo XV, dando una respuesta clara a los errores protestantes. Así se estableció:

-La Sagrada Escritura y la Tradición como fuentes de la Verdad Revelada
-La Justificación por la gracia y los méritos de Cristo.
-El decreto sobre los sacramentos, que subrayaría aspectos tan relevantes como la transustanciación eucarística, y la sacramentalidad del Orden y de la Unción de enfermos.
- La doctrina sobre el purgatorio, el culto a los santos y las indulgencias.

La importancia reformatoria está en haber orientado las ansias de reforma dentro de la Iglesia, oponiendo a la mal llamada "reforma protestante" una verdadera reforma católica.

El aspecto pastoral fue también de gran trascendencia, pues imprimió carácter a la Iglesia en los siglos sucesivos: los 100 años que siguieron al concilio de Trento fueron para la Iglesia una edad de oro en el campo de la ascética, de la mística, de la santidad heroica, de la evangelización de los pueblos infieles, de la cultura y del arte. Lo que llegó a conseguir el concilio fue la reconstrucción de la unidad religiosa de Europa.

En el campo disciplinar el Concilio tuvo igualmente una gran envergadura. Entre las disposiciones más destacadas podemos citar el deber de residencia de los obispos y la creación de seminarios para la formación del clero, lo que supuso una mejora muy importante para el sacerdocio ministerial.

El 26 de enero de 1564 el Papa Pío IV, mediante la bula Benedictus Deus, aprobó todos los decretos conciliares, dándoles con ello fuerza de ley. Los Papas siguientes, especialmente san Pío V, Gregorio XIII y Sixto V, trabajaron por su aplicación, en lo cual fueron ayudados por una constelación de obispos tan insignes como no los había tenido la Iglesia desde los Santos Padres: san Carlos Borromeo (en Milán), san Juan de Ribera (en Valencia), Bartolomé de los Mártires (en Braga), san Toribio de Mogrovejo (en Lima del Perú), san Francisco de Sales (en Annecy de Saboya), etc.

La gloria mayor del siglo XVI dentro de la historia de la Iglesia católica, lo que constituyó la fuerza y el valor religioso del movimiento reformista católico (lo que a veces es llamado la Contrarreforma) fue el simultáneo florecimiento de la santidad por todas partes. Entre los santos con más influencia cabe destacar a san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, san Francisco de Borja, san Pedro Canisio, san Luis Gonzaga, san Estanislao de Kostka, san Pío V, san Felipe Neri, san Carlos Borromeo, santo Tomás Moro, santa Teresa de Ávila, san Juan de la Cruz, san Pedro de Alcántara y muchos otros: ¡cada santo era irrepetible y original, pero todos ellos estaban en radical unión con el Único Cristo y la Única Iglesia!

Es fundamental tener en cuenta que la salida de aquellas grandes crisis eclesiales fue debida a los santos. Y hoy en día eso es lo que hace falta, más que en ninguna otra época de la Iglesia.

(Continuará)