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martes, 31 de diciembre de 2013

Discurso de apertura del Concilio Vaticano II y comentarios (3 de 3)



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Cómo reprimir los errores

Siempre la Iglesia se opuso a estos errores. Frecuentemente los condenó con la mayor severidad. En nuestro tiempo, sin embargo, la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que la de la severidad. Ella quiere venir al encuentro de las necesidades actuales, mostrando la validez de su doctrina más bien que renovando condenas. No es que falten doctrinas falaces, opiniones y conceptos peligrosos, que precisa prevenir y disipar; pero se hallan tan en evidente contradicción con la recta norma de la honestidad, y han dado frutos tan perniciosos, que ya los hombres, aun por sí solos, están propensos a condenarlos, singularmente aquellas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley, la excesiva confianza en los progresos de la técnica, el bienestar fundado exclusivamente sobre las comodidades de la vida

[En mi opinión, el Papa no es aquí realista. Tal vez lo fuera en su momento, cuando pronunció esas palabras, pero hoy en día esas costumbres de vida que desprecian a Dios y a su ley no son condenadas;  al contrario, se consideran "normales": es el caso, por ejemplo, de la homosexualidad y el aborto, entre otras. Jesús no condenó a la mujer adúltera pero le dijo: "Vete y no peques más". (Jn 8,11). La misericordia debe ir siempre acompañada de la verdad. El pecado no debe justificarse nunca, aunque un pecador arrepentido siempre encontrará misericordia en Dios, nuestro Padre ]

En tal estado de cosasla Iglesia Católica, al elevar por medio de este Concilio Ecuménico la antorcha de la verdad religiosa, quiere mostrarse madre amable de todos, benigna, paciente, llena de misericordia y de bondad para los hijos separados de ella. Así como Pedro un día, al pobre que le pedía limosna, dice ahora ella al género humano oprimido por tantas dificultades: "No tengo oro ni plata, pero te doy lo que tengo. En nombre de Jesús de Nazaret, levántate y anda" (Hch 3, 6). 

[Mi pregunta es si realmente eso es lo que se le está dando al mundo, porque ciertamente es lo que necesita]

La solicitud de la Iglesia en promover y defender la verdad se deriva del hecho de que —según el designio de Dios que "quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad" (1 Tim 2, 4)— no pueden los hombres, sin la ayuda de toda la doctrina reveladauna completa y firme unidad de ánimos, a la que van unidas la verdadera paz y la eterna salvaciónDesgraciadamente, la familia humana todavía no ha conseguido, en su plenitud, esta visible unidad en la verdad.

La Iglesia católica estima, por lo tanto, como un deber suyo el trabajar con toda actividad para que se realice el gran misterio de aquella unidad que con ardiente plegaria invocó Jesús al Padre celestial, estando inminente su sacrificio...y se alegra luego grandemente cuando ve que tal invocación aumenta su eficacia con saludables frutos, hasta entre quienes se hallan fuera de su seno.Y aún más; si se considera esta misma unidad, impetrada por Cristo para su Iglesia, parece como refulgir con un triple rayo de luz benéfica y celestial: la unidad de los católicos entre sí, que ha de conservarse ejemplarmente firmísima; la unidad de oraciones y ardientes deseos, con que los cristianos separados de esta Sede Apostólica aspiran a estar unidos con nosotros; y, finalmente, la unidad en la estima y respeto hacia la Iglesia católica por parte de quienes siguen religiones todavía no cristianas.

[En la plegaria de la oración sacerdotal cuando Jesús dijo: "Que todos sean uno: como Tú, Padre, en Mí y Yo en Tí..." (Jn 17,21) se refería a aquellos que iban a creer en Él por la palabra de sus discípulos (Jn 17,20). "Sin fe es imposible agradar a Dios" (Heb 11,6). Lo que significa la necesidad de la conversión. En ese sentido el ecumenismo, si se entiende como una especie de "consenso" o "diálogo" entre religiones es absurdo. Su único sentido es que "los que no creen vuelvan al redil de la única Iglesia verdadera, que es la Iglesia Católica" El mismo nombre de ecumenismo debería ser cambiado por el de catolicidad, pues puede dar lugar a confusión, como si todas las religiones fuesen iguales y diera lo mismo estar en una o en otra o en ninguna. Esto es antievangélico. De ahí la necesidad de escoger bien los términos que se utilizan para no inducir a error o a confusión al pueblo cristiano fiel a las enseñanzas de Cristo; que es justo lo que estamos sufriendo hoy en día]

... En este punto, es motivo de dolor el considerar que la mayor parte del género humano —a pesar de que los hombres todos han sido redimidos por la Sangre de Cristo— no participan aún de esa fuente de gracias divinas que se hallan en la Iglesia católica

[Aunque aquí se especifica con claridad el dolor por aquellos que no se encuentran en el seno de la Iglesia Católica, sin embargo, aquellos que desarrollaron el Concilio Vaticano II parece ser que no tuvieron estas palabras muy en cuenta, por lo que se ve]
....
Conclusión

Ahora "nuestra voz se dirige a vosotros" (2 Cor 6, 11), Venerables Hermanos en el Episcopado... vemos las dignísimas personalidades, aquí presentes, en actitud de gran respeto y de cordial expectación, llegadas a Roma desde los cinco continentes, representando a las Naciones del mundo...Cielo y tierra, puede decirse, se unen en la celebración del Concilio ... para lograr que el común trabajo corresponda a las actuales aspiraciones y necesidades de los diversos pueblos.

...Todo esto pide de vosotros serenidad de ánimo, concordia fraternal, moderación en los proyectos, dignidad en las discusiones y prudencia en las deliberaciones....

...¡Oh Dios Omnipotente! En Ti ponemos toda vuestra confianza, desconfiando de nuestras fuerzas. Mira benigno a estos Pastores de tu Iglesia ...¡Oh María, auxilio de los cristianos, auxilio de los obispos, ...junto con tu esposo San José,..., intercede por todos nosotros ante Dios.

A Jesucristo, nuestro adorable Redentor, Rey inmortal de los pueblos y de los siglos, sea el amor, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Comentado por José Martí

Discurso de apertura del Concilio Vaticano II y comentarios (2 de 3)

Objetivo principal del Concilio

El supremo interés del Concilio Ecuménico es que el sagrado depósito de la doctrina cristiana sea custodiado y enseñado en forma cada vez más eficazDoctrina, que comprende al hombre entero, compuesto de alma y cuerpo; y que, a nosotros, peregrinos sobre esta tierra, nos manda dirigirnos hacia la patria celestial....Significa esto que todos los hombres, considerados tanto individual como socialmente, tienen el deber de tender sin tregua, durante toda su vida, a la consecución de los bienes celestiales; y el de usar, llevados por ese fin, todos los bienes terrenales, sin que su empleo sirva de perjuicio a la felicidad eterna

[Hace honor a la verdad al hablar de que el hombre no tiene aquí morada permanente, sino que espera la futura. Los bienes terrenales son buenos, pero el objetivo es alcanzar la vida eterna; es decir, no quedarse en lo que es meramente natural, sino dar un salto cualitativo hacia  lo sobrenatural...¡hoy, esta idea, que es fundamental, se está perdiendo!...¡Tenemos que rezar mucho y con insistencia, pidiéndole al Señor que envíe obreros a su mies! Más que nunca, estamos necesitados de buenos pastores, fieles a Jesucristo y santos, con verdadera santidad]

...Mas para que tal doctrina alcance a las múltiples estructuras de la actividad humana, que atañen a los individuos, a las familias y a la vida social, ante todo es necesario que la Iglesia no se aparte del sacro patrimonio de la verdad, recibido de los padres; pero, al mismo tiempo, debe mirar a lo presente, a las nuevas condiciones y formas de vida introducidas en el mundo actual, que han abierto nuevos caminos para el apostolado católico

[A mí, en particular, no me gusta hablar de nueva evangelización. Es un término que puede confundir. Y ya hay bastante confusión en el mundo. No hay una Iglesia nueva, es la misma Iglesia de siempre. Y camino sólo hay uno: "Yo soy el camino" -decía Jesús (Jn 14,6). Hay que volver a evangelizar, evangelizar de nuevo, pero no se trata de una nueva evangelización, porque entonces estaríamos ante una nueva Iglesia, lo que cae por su propia base.]

Modalidad actual en la difusión de la doctrina sagrada

Después de esto, ya está claro lo que se espera del Concilio, en todo cuanto a la doctrina se refiere. Es decir, el Concilio Ecuménico XXI ... quiere transmitir pura e íntegra, sin atenuaciones ni deformaciones, la doctrina que durante veinte siglos, a pesar de dificultades y de luchas, se ha convertido en patrimonio común de los hombres; patrimonio que, si no ha sido recibido de buen grado por todos, constituye una riqueza abierta a todos los hombres de buena voluntad

[Así debe ser: el Concilio no ha sido ideado para cambiar la Doctrina. Ésta debe ser transmitida íntegramente, sin supresiones o añadidos. En teoría, el Concilio surge para adecuar el mensaje de siempre a los problemas actuales ... especificando con claridad que la Doctrina de siempre no va a ser alterada. Pero, ¿es lo que se ha estado haciendo a lo largo de estos últimos 50 años?]

... La tarea principal de este Concilio no es, por lo tanto, la discusión de este o aquel tema de la doctrina fundamental de la Iglesia, repitiendo difusamente la enseñanza de los Padres y Teólogos antiguos y modernos, que os es muy bien conocida y con la que estáis tan familiarizados. Para eso no era necesario un Concilio

[La Doctrina, pues, está muy clara. El objetivo de este Concilio es el de ayudar a la gente a ser mejor y acercarse a Jesús; es decir, es un Concilio que nace como pastoral. Pero no hay definiciones dogmáticas de ningún tipo, que puedan obligar a nadie, cosa que no ocurre en los concilios anteriores, que eran dogmáticos. De modo que si se dijese algo que "apareciese" como dogmático ante el pueblo cristiano, pero se opusiera a lo que ya ha sido definido dogmáticamente como infalible en concilios anteriores, tal afirmación "dogmática" de este Concilio o de sus intérpretes carece de validez y no se está obligado en conciencia a seguirla. Ningún Concilio puede anular lo que se ha definido dogmáticamente en un Concilio anterior. (Este tema puede ser objeto de otro post)]

Sin embargo, de la adhesión renovada, serena y tranquila, a todas las enseñanzas de la Iglesia, en su integridad y precisión, tal como resplandecen principalmente en las actas conciliares de Trento y del Vaticano I, el espíritu cristiano y católico del mundo entero espera que se dé un paso adelante hacia una penetración doctrinal y una formación de las conciencias que esté en correspondencia más perfecta con la fidelidad a la auténtica doctrina, estudiando ésta y exponiéndola a través de las formas de investigación y de las fórmulas literarias del pensamiento moderno. 

[Se expresa aquí extraordinariamente bien el Papa cuando habla de actuar según la conciencia, pero una conciencia formada en conformidad con la auténtica doctrina...¡No es eso precisamente lo que estamos oyendo últimamente desde las más altas instancias del Vaticano!]

Una cosa es la substancia de la antigua doctrina, del "depositum fidei", y otra la manera de formular su expresión; y de ello ha de tenerse gran cuenta —con paciencia, si necesario fuese— ateniéndose a las normas y exigencias de un Magisterio de carácter predominantemente Pastoral

[Realmente es obra de la Providencia el hecho de que este Concilio haya sido definido por el Papa Juan XXIII como un Concilio Pastoral y no Dogmático]

Discurso de apertura del Concilio Vaticano II y comentarios (1 de 3)



SOLEMNE APERTURA DEL CONCILIO VATICANO II
DISCURSO DE SU SANTIDAD JUAN XXIII*
Jueves 11 de octubre de 1962



En el fondo, la mayor parte de los problemas por  los que atraviesa hoy la Iglesia provienen de lo que ocurrió en el Concilio Vaticano II (tanto en sí mismo, en alguno de sus puntos, como en las interpretaciones de los diferentes documentos conciliares). 

En este artículo me limito a transcribir algunos de los párrafos más importantes del solemne discurso de apertura del Concilio Vaticano II de Su Santidad Juan XXIII, pronunciado el jueves, 11 de octubre de 1962. (Lo escrito en color rojo son comentarios personales). Los subrayados o negritas son míos. Se puede tener acceso directo a todo el discurso pinchando aquí
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Venerables hermanos:

Gócese hoy la Santa Madre Iglesia porque, gracias a un regalo singular de la Providencia Divina, ha alboreado ya el día tan deseado en que el Concilio Ecuménico Vaticano II se inaugura solemnemente aquí, junto al sepulcro de San Pedro, bajo la protección de la Virgen Santísima cuya Maternidad Divina se celebra litúrgicamente en este mismo día.

Los Concilios Ecuménicos en la Iglesia

La sucesión de los diversos Concilios hasta ahora celebrados —tanto los veinte Concilios Ecuménicos como los innumerables concilios provinciales y regionales, también importantes— proclaman claramente la vitalidad de la Iglesia católica y se destacan como hitos luminosos a lo largo de su historia. El gesto del más reciente y humilde sucesor de San Pedro, que os habla, al convocar esta solemnísima asamblea, se ha propuesto afirmar, una vez más, la CONTINUIDAD del Magisterio Eclesiástico, para presentarlo en forma excepcional a todos los hombres de nuestro tiempo, teniendo en cuenta las desviaciones, las exigencias y las circunstancias de la edad contemporánea 

[Cabría preguntarse si hoy se da esa continuidad (de hecho). Sí que se da sobre papel. Pero "de facto" se están admitiendo (o negando) una serie de cosas que son incompatibles con la Doctrina Católica. Y esto en el mismo seno de la Iglesia]

Junto a los motivos de gozo espiritual, es cierto, sin embargo, que por encima de esta historia se extiende también, durante más de diecinueve siglos, una nube de tristeza y de pruebas. No sin razón el anciano Simeón dijo a María, la Madre de Jesús, aquella profecía que ha sido y sigue siendo verdadera: "Este Niño será puesto para RUINA y para RESURRECCIÓN de muchos en Israel y como señal de contradicción" (Lc 2, 34). 

[Así es: no dice que este Niño será puesto para salvación de todos, sino sólo de muchos: hoy está muy de moda la idea de la salvación universal, lo que es herético]

...Y el mismo Jesús, ya adulto, fijó muy claramente las distintas actitudes del mundo frente a su persona, a lo largo de los siglos, en aquellas misteriosas palabras: "Quien a vosotros escucha a mí me escucha" (Lc 10, 16); y con aquellas otras, citadas por el mismo Evangelista: "Quien no está conmigo, está contra Mí; quien no recoge conmigo, desparrama" (Lc, 11, 23). 

El gran problema planteado al mundo, desde hace casi dos mil años, subsiste inmutable. Cristo, radiante siempre en el centro de la historia y de la vida; los hombres, o están con El y con su Iglesia, y en tal caso gozan de la luz, de la bondad, del orden y de la paz, o bien están sin El o contra El, y deliberadamente contra su Iglesia. 

[Esto es vital, para la supervivencia del cristianismo. No hay otra opción. O se está con Jesucristo y se cree en Él y entonces el hombre puede salvarse... o de lo contrario, se está en su contra... y la salvación es imposible. ¡Pero estas cosas hoy no se predican! El ecumenismo debe ser entendido como catolicidad, con la idea de que los que no creen se conviertan y crean y puedan así salvarse... porque la salvación no es para todos, como hoy en día tanto se proclama. Eso es una falsedad. Y esto no lo digo yo: lo dice Jesucristo, que es Dios, y que no puede equivocarse]

Oportunidad de la celebración del Concilio

En el cotidiano ejercicio de Nuestro ministerio pastoral llegan, a veces, a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de algunas personas que, aun en su celo ardiente, carecen del sentido de la discreción y de la medida. Ellas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas, ha ido empeorando; y se comportan como si nada hubieran aprendido de la historia, que sigue siendo maestra de la vida, y como si en tiempo de los precedentes Concilios Ecuménicos todo hubiese procedido con un triunfo absoluto de la doctrina y de la vida cristiana, y de la justa libertad de la Iglesia.

[Es cierto que no todo tiempo pasado fue mejor...Por supuesto que no. Pero hay que reconocer que hay algunas cosas en las que sí fueron mejores nuestros ancestros; entre otras, y una de las más importantes, precisamente, la Fe. ¡Qué pocos son los que hoy creen que Jesucristo es verdaderamente Dios hecho hombre!]

Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades, avezados a anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos estuviese inminente. En el presente momento histórico, la Providencia nos está llevando a un nuevo orden de relaciones humanas que, por obra misma de los hombres pero más aún por encima de sus mismas intenciones, se encaminan al cumplimiento de planes superiores e inesperados; pues todo, aun las humanas adversidades, aquélla lo dispone para mayor bien de la Iglesia.
 

[Efectivamente, "Dios hace concurrir todas las cosas para el bien de los que le aman" (Rom 8,28). Y en el momento histórico actual -cincuenta años más tarde de las palabras de Juan XXIII - es muy posible que, de nuevo, Dios haga resurgir nuevos "profetas de calamidades". Pienso que hoy, más que nunca, van a ser realmente necesarios... pues aunque es cierto que la verdad resplandece por sí misma, sigue siendo cierto también que el hombre posee una naturaleza caída, debido al pecado original, y que necesita ser corregido, reprendido e incluso castigado, por su propio bien. Un ejemplo: aunque ya nadie habla de ello, sin embargo, el Infierno existe. No es un mito. Y esto es, además, un dogma de fe. Lo dijo Jesucristo. Esta verdad se escamotea, este tema no se toca, y eso es grave

Scalfarii Gaudium (Fray Gerundio)

A punto de terminar el año, para que no quede ninguna duda acerca de la tremenda crisis que padecemos y al mismo tiempo nos vayamos preparando para las nuevas demoliciones programadas para el año entrante, el ateo Scalfari nos ha regalado una nueva Exhortación Ateo-Apostólica, que viene a completar la del Papa Francisco. En realidad, más que a completarla, viene a interpretarla según la hermenéutica del ateísmo que es muy parecida a la de la continuidad (de la que, por cierto, ya no habla nadie). He de reconocer que esta interpretación es la que más se acerca a la realidad, pues observo una íntima sintonía con las palabras del documento pontificio. No es extraño, viniendo de este periférico ateo escéptico, elegido hace unos meses para dialogar sobre esos temas, en un ambiente de cordial amistad y complicidad.

Ya tuve que escribir entonces en esta misma columna el impacto que para Scalfari representó la formulación de la frase Dios no es católico. Era conveniente hacer esta entrevista, dados los méritos de este periodista que ha machacado sistemáticamente a la Iglesia Católica y a los católicos italianos en los últimos decenios.

Ciertamente, Scalfari no tiene que hacer los requiebros y malabarismos que han hecho todos los medios católicos con la Evangelii Gaudium. El enfrentamiento con el disparate teológico-pastoral, se ha solucionado en dichas publicaciones filo-pánfilas, con las elaboradas técnicas del no-quiso-decir-lo-que-dijo y las del aquí-no-pasa-nada o el por-fin-se-entiende-una-exhortación-papal. Técnicas todas tan burdas, como encaramadas en la mentira voluntaria. Así que por fin –y gracias a un declarado ateo-, creo que podemos apreciar mejor esta obra maestra de los Documentos Pontificios.

La base de la Scalfarii Gaudium (se puede ver traducida al español, aquí), se fundamenta en que por fin, el Papa ha abolido el pecado, después de tantos años de reformas que no llegaron al núcleo fundamental. Scalfari hace un recorrido histórico-bíblico para ilustrarnos sobre lo que era el Dios del Antiguo Testamento, lo que fue Jesús de Nazaret, y lo que luego ha hecho la Iglesia con la figura de este tipo tan humanamente maravilloso. No entiendo por qué les ha dado ahora a los ateos y enemigos tradicionales de la Iglesia esta manía por Jesús de Nazaret y por adoctrinar a los católicos sobre su verdadera doctrina y personalidad, pero lo cierto es que las palabras del papa adquieren especial resonancia entre estos ateos, emocionadamente embobados con el Pontífice y dándose codazos por nombrarle hombre del año. 

El último nombramiento –por cierto, viene nada menos que desde el periódico El País. No digo más, porque es el que mis novicios llevan siempre bajo el brazo. Pero no hay que preocuparse. Lengua de Serpiente Lombardi ha salido al paso, diciendo que hay que seguir dialogando, porque Scalfari no ha acabado de entender el tema: El Papa ha hablado y sigue hablando mucho del pecado, porque si no, no podría hablar de la misericordia.

Estaba yo en mi celda escuchando estas palabras, cuando vi con claridad que ésta es precisamente la clave de la cuestión. Solamente se habla del pecado para hablar de la misericordia. Pero el pecado está ahí. No se habla del aborto, no se habla del divorcio, no se habla de la homosexualidad… sino para hablar de la misericordia que hay que tener con todos éstos. No se habla del pecado como grave ofensa a Dios (hasta ahora no lo he escuchado nunca en estos nueve meses), y solamente he oído hablar de ofensa a Dios cuando se maltrata la naturaleza, cuando no se acoge a los inmigrantes o cuando se deja que maten a los niños de la guerra (aunque a los muertos por el aborto se les deje de lado, y no se diga una palabra sobre ello).

Me parece que esto de la misericordia es otro gran negocio, que da mucho de sí y que como el gran negocio de la humildad,  explota muy bien los sentimientos de los oyentes, aunque por otra parte se les esté negando la verdadera doctrina. Es mucho más bonito hablar de la misericordia que hablar del pecado y de la responsabilidad personal. El Señor llego a decirle a Pilato sobre los judíos: Si no les hubiera hablado, no tendrían pecado, pero porque he hablado por eso mismo ya no tienen excusa de su pecado (Jn 15, 22). Claro que Jesús de Nazaret no había leído los dos últimos documentos Gaudii.

Así que mira por dónde, y en medio de una cantidad disparatada de disparates, Scalfari parece que tiene razónEl pecado fue abolido del lenguaje de la Iglesia hace cuarenta años en cuanto a gestos y costumbres (la principal de ellas quitar los confesonarios de las iglesias y conseguir una casi total unanimidad entre los sacerdotes de que no hace falta confesar). Pero ahora, en esta nueva y feliz etapa, el pecado también ha sido abolido con palabras oficiales. Máxime si todo ello va adornado con una consideración pontificia muy peculiar sobre la conciencia libre.

No quiero ponerme triste en este final de año. Tampoco quiero celebrar con jolgorio el comienzo del próximo. Creo que habría que encerrarse a orar, porque mucho me temo que va a ser de cuidado. Si estos nueve meses han sido infernales, no sé lo que pueda ocurrir en el futuro. Y luego dicen que los expertos vaticanistas auguran nuevos cambios fundamentales en la Iglesia para el 2014. ¡¡Se deben haber tenido que tomar unas cuantas píldoras para el dolor de cabeza, después de tamaña conclusión!!

Yo considero que los expertos vaticanistas no saben por dónde van los tiros. Mientras los ateos y enemigos de la Iglesia alaban al Papa (porque saben muy bien por dónde van los tiros), y los pánfilo-católicos hacen palmas y echan globitos focolares y encienden velas judeo-catecumenales, (porque no quieren ver por dónde van los tiros o porque les gustan los tiros así), los pobres tradicionalistas periféricos y neopelagianos se echan las manos a la cabeza. Veremos quien tiene razón dentro de no mucho tiempo.

Mientras tanto, voy a decirle a mi Provincial que escriba a Roma para proponer a Scalfari como integrante del Grupo de los 8 Cardenales, y que de paso se le conceda en febrero un capelo cardenalicio. Seguro que le agradará recibirlo. Sería una verdadera muestra de amor al diálogo con otros creyentes y no creyentes. Se lo merece, porque ha sabido interpretar la Evangelii Gaudium mejor que todos los Cardenales de la Santa Iglesia.

Fray Gerundio, 31 de Diciembre de 2013

Se puede disentir del Papa...y ser un buen católico (3 de 3) [José Martí]



Dicho lo cual, pasemos ya a responder a la pregunta que es objeto de este artículo: ¿Se puede, entonces, disentir del Papa y llamarse y ser un buen católico?  Depende. Esto sería posible tan solo si se hiciese con relación a "algunas" expresiones del Santo Padre, aquellas que no estuviesen en conformidad con el sentir de la Iglesia de veinte siglos. Pues nadie, y el Papa menos que nadie, puede anunciar un mensaje distinto del que nos legó Jesucristo, mensaje recogido en la Sagrada Escritura y en la Tradición de veinte siglos de Historia de la Iglesia y refrendado por los veinte Concilios anteriores al Concilio Vaticano II. Aun siendo una potestad suprema, el Papa no puede variar la Constitución que para la Iglesia ha querido Cristo. Un Papa que cayera en herejía pertinaz sería privado de su oficio de Papa (el tema de la posibilidad de un Papa hereje será tratado, tal vez, en un artículo posterior). 

Un ejemplo lo tenemos en el Papa Juan XXII, el más importante de los Papas de Aviñón. Este Papa canonizó a Sto Tomás de Aquino, en 1323,  y para ello leyó y anotó personalmente la Summa. Pero enseñó, a título privado, que las almas de los justos no ven a Dios hasta el día del Juicio final, ni los condenados van al infierno hasta el fin del mundo... Sin embargo, sometió su opinión al juicio de la Iglesia y se retractó la víspera de su muerte, ocurrida el 4 de diciembre de 1334 (GER). 


Los Dogmas pasan a formar parte de la Tradición de la Iglesia (del Depósito). Un papa no puede contradecir lo que ha dicho otro Papa en materias de fe y de costumbres. Un Concilio no puede rebatir lo dicho por otro Concilio anterior. Al menos nunca se había dado este caso, a excepción de algunas cosas del Vaticano II (que por otra parte se auto-definió como Concilio Pastoral que no pretendía revisar lo dicho anteriormente por la Iglesia, según las propias palabras de Juan XXIII en la sesión de apertura). También de este asunto me gustaría hablar en otro post.



Debemos, pues, fidelidad al Papado, pero no a todo lo que diga un Papa, y menos aún si lo que dice es de modo improvisado o en entrevistas. El Papa no es Jesucristo y puede equivocarse. Nadie puede juzgarlo, pues él es la autoridad suprema en la Iglesia; pero puede errar cuando no habla "ex cathedra". Y nuestro mejor modo de honrarlo puede ser, a veces, "desobedecerlo", si somos buenos hijos de la Iglesia y amamos la verdad por encima de todo.


Es sólo el amor a la verdad el que nos debe llevar a los católicos a disentir de "aquellas expresiones" del Papa que sean "de este mundo" y que no se correspondan con el Espíritu del Evangelio y con lo que ha sido enseñado por la Iglesia de siempre. En la oración sacerdotal, Jesús rogaba a su Padre por sus discípulos: "Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los aborreció porque no eran del mundo, como Yo no soy del mundo. No te pido que los saques del mundo sino que los guardes del Maligno" (Jn 17, 14-15). En sentido bíblico cuando se habla del mundo se refiere a todo aquello que se opone a Dios. Por eso Dios y el mundo, así entendido, son incompatibles. 

Las palabras que dijo Jesús: "¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!" (Lc 6,26) son preocupantes, así como aquellas otras: "Ellos son del mundo: por eso hablan cosas mundanas, y el mundo los escucha. Nosotros somos de Dios. Quien conoce a Dios nos escucha; quien no es de Dios no nos escucha. En esto conocemos el Espíritu de la verdad y el espíritu del error" (1 Jn 4,5-6). 


Por eso cuando leo noticias como ésta:


(23 diciembre, 2013). La revista LGBT The Advocate ha elegido como “Persona del Año” al Papa Francisco, con una portada tan llamativa como la que viene arriba. En su mejilla lleva escrito “NO H8″, una referencia a la proposición legislativa popular en el estado de California para definir el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Esto será obra del photoshop, pero lo que es real es la frase entrecomillada: “si alguien es gay y busca al Señor con buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarle?” En su página web, The Advocate explica el porqué ha elegido a Francisco como Persona del Año. Reconocen que el Papa “aún no es pro-gay“, pero señalan que se distingue de la “línea dura” de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Recuerdan que cuando era cardenal de Buenos Aires, se manifestó a favor de las uniones civiles entre personas del mismo sexo. Pero lo que más les entusiasma es la actitud nueva frente a los homosexuales de Francisco. Citan sus entrevistas recientes, en las que habla de la “acogida” que la Iglesia debe dar a los homosexuales. Dicen que los homosexuales que quedan en la Iglesia pueden tener mucha esperanza de que con este Papa las cosas cambien. Terminan diciendo que los católicos que aún “desprecian a los gays” [traducción: los que aún se atreven a predicar la Palabra de Dios respecto a las aberraciones que éstos practican], “ya no pueden alegar que sus afirmaciones representan la opinión del Papa.”


O esta otra:



WASHINGTON, 24 de diciembre (UPI) - Según una encuesta de la CNN / ORC publicada el martes pasado, alrededor del 88% de los norteamericanos consideran que Papa Francisco está desempeñando bien su función.
El director de encuestas de CNN, Keating Holland, añadió que casi las tres cuartas partes de los católicos estadounidenses ven al pontífice favorablemente, lo que hace de él la figura religiosa mejor considerada por el público de los EE.UU. en la actualidad.
...Y muchísimas de este tipo..., pienso que es como para estar preocupado, cuando menos: si tu enemigo habla bien de tí, lo sensato y lo prudente es pensar que algo se está haciendo mal. Porque, además, aquí se trata de hechos, independientemente de la mayor o menor objetividad de los comentarios que hagan los medios

Por supuesto (¡faltaría más!) que el Papa dice cosas muy buenas y en conformidad con la doctrina de la Iglesia, como no podría ser de otra manera, "pero" hay otras que, en el mejor de los casos, están produciendo hoy mucha confusión entre los fieles católicos, sobre todo en aquellos que se toman en serio su relación con Dios, conforme al sentir de la Iglesia de veinte siglos. Y eso no tendría por qué ocurrir. Algo está fallando. Algo muy grave está sucediendo.


En fin, no quiero hacerme más cansado porque, si Dios quiere, van a ser bastantes los artículos que, de un modo u otro, tratarán acerca de ciertos gestos o expresiones que el Papa Francisco realiza, dice o escribe. Sea como fuere, debe quedar muy claro que si un cristiano (sea quien fuese, aun cuando se tratase del mismísimo Papa) actúa "como el mundo" deja de ser de Cristo: "Quien no está conmigo, está contra Mí; y quien no recoge conmigo, desparrama" (Jn 14,23). Por lo tanto, y sólo si tal cosa ocurriera en el caso del Papa, y sólo entonces, la cuestión ya no sería si se puede disentir de lo que el Papa dice ... y continuar siendo un buen católico sino que (en mi opinión) tendría, incluso, la obligación de hacerlo, por el bien de la Iglesia y, en última instancia, por el bien del propio Papa. 

lunes, 30 de diciembre de 2013

Se puede disentir del Papa...y ser un buen católico (2 de 3) [José Martí]


El caso más claro lo tenemos en el primer anuncio que hizo Jesús a sus discípulos sobre su Pasión: "Empezó a enseñarles que el Hijo del hombre debía padecer mucho, ser rechazado por los ancianos, por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Y hablaba de esto con toda claridad. Pedro, entonces, tomándole aparte se puso a reprenderle(Mc 8, 31-32) [según San Mateo, diciéndole:  'Lejos de tí, Señor! ¡No te sucederá eso!' (Mt 16,22)]  "Pero Él vuelto hacia sus discípulos y mirándolos, reprendió a Pedro y le dijo: 'Apártate de mí, Satanás, que no sientes las cosas que son de Dios sino las de los hombres' " (Mc 8,33) [La expresión de San Mateo es, a mi entender, todavía más fuerte: "¡Apártate de mí, Satanás!, pues eres para mí motivo de escándalo, porque no gustas las cosas de Dios, sino las de los hombres" (Mt 16,23).



La razón de esta reprensión tan fuerte de Jesús hacia Pedro por lo que le dijo es que (aunque Pedro lo hiciera de buena fe, pensando que eso era lo mejor para Él) estaba interfiriendo en los planes de su Padre con relación a Él. Las palabras de Pedro fueron una auténtica tentación de Satanás para Jesús: ¡rechazar el sufrimiento, cuando éste era el único camino para redimir al hombre, si éste aceptaba la Redención y se arrepentía de sus pecados! ¡Eso era rechazar el Amor, pues no hay amor mayor que el de dar uno la vida por sus amigos! ¡Eso era rechazar a su Padrerechazar la misión que se le había encomendado y emplear su Poder en favor de Sí mismo! ¡Eso no podía consentirlo de ninguna de las maneras! De ahí la respuesta tan fuerte que le dirigió a Pedro, en presencia de todos sus discípulos. 

Esa misma tentación fue la que le asaltó en el huerto de los olivos, en donde llegó a sudar gruesas gotas de sangre, pero que venció, sometiéndose en totalidad a la voluntad de su Padre: "Si es posible que pase de Mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya" (Lc 22,42). Tremendo misterio éste del Amor divino-humano, del auténtico amor, que siempre va unido a la cruz

Muriendo, Jesús venció el pecado, al dar su vida. El máximo odio y perversidad del pecado, "misterio de iniquidad" (2 Tes 2,7) fue vencido con el máximo amor. Pero, ¡atención a las palabras de Jesús: no olvidemos que Jesús, además de ser verdadero hombre, es igualmente verdadero Dios!: Mi Vida "nadie me la quita  sino que Yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para volver a tomarla. Éste es el mandato que he recibido de mi Padre" (Jn 10,18). Y así fue, tal como Él mismo lo había profetizado: con su Resurrección venció también a la muerte.De ahí que exclamara San Pablo: "¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?" (1 Cor 15,55) Preguntas a las que él mismo contesta: "La muerte ha sido absorbido en la victoria", gracias a la Resurrección de Jesucristo (1 Cor 15,54) y la causa de la muerte, "el aguijón de la muerte, que es el pecado"(1 Cor 15,56), ha sido vencido por la muerte de Jesucristo en la Cruz (por amor a nosotros)


El pecado, causa de todos los males que afectan a la humanidad, ha sido vencido por Jesucristo. También nosotros ahora (¡que no antes!) podremos vencerlo si estamos unidos a Él por el Amor, amor que nos llevará a darle nuestra vida al Señor, poco a poco (día a día, minuto a minuto, segundo a segundo) hasta dársela por completo cuando nos llegue el momento de la muerte, que será entonces una muerte gloriosa, como lo fue la de nuestro Maestro: "Preciosa es, a los ojos del Señor, la muerte de sus fieles" (Sal 116,15)




Y venceremos también a la muerte, pues resucitaremos con Él, pero para ello tenemos que vivir conforme a sus palabras pues "si con Él morimos, también con Él viviremos" (2 Tim 2, 11). Recordemos: "Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere produce mucho fruto" (Jn 10,24). Éste es el sentido de la vida cristiana; que podamos decir, con san Pablo: "Estoy crucificado con Cristo, y vivo, pero no Yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gal 2,20). Así es: aunque debemos estar muy atentos y vigilar en todo momento pues es igualmente cierto que "si lo negamos, Él también nos negará a nosotros" (2 Tim 2,12). La salvación no es automática. Dios no nos salvará si nosotros no deseamos ser salvados. Si no queremos saber nada con Él, Jesús no nos va a obligar a que lo queramos, porque el amor es libre o no es amor. Esta idea debemos de tenerla siempre muy presente, en nuestra mente y en nuestro corazón, pues en ello nos va la Vida Eterna.

(Continuará)

domingo, 29 de diciembre de 2013

Se puede disentir del Papa...y ser un buen católico (1 de 3) [José Martí]



Tomando como base la idea del discernimiento en la que el Papa Francisco hace tanto hincapié, y razonando acerca de a qué discernimiento se refiere, entiendo que el mejor modo de encontrar una respuesta segura, sin posibilidad de error, es el de acudir, como siempre, a las Sagradas Escrituras. En ellas se encuentran todos los problemas que asedian a los hombres de todos los tiempos y lugares, así como la solución a los mismos. 

Conviene traer a la memoria la respuesta que dieron San Pedro y los Apóstoles al Sumo Sacerdote, cuando fueron reprendidos por haber desobedecido sus órdenes, pues continuaban enseñando en el nombre de Jesús: "Es preciso obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hech 5,29). Aunque quienes les reprendieron eran hombres consagrados a Dios (nada menos que el Sumo Sacerdote y el Sanedrín en pleno), sin embargo los Apóstoles no los obedecieron. ¿Por qué? Pues porque no procedían conforme a la voluntad de Dios, manifestada en Jesús, a quien mataron, colgándole de un madero; y a quien Dios exaltó como Salvador para conceder a Israel la conversión y el perdón de sus pecados. (Hech 5, 30-31). Es más: cuando después de azotarlos los soltaron, ordenándoles que no hablaran más en el nombre de Jesús, "ellos se retiraron gozosos de la presencia del Sanedrín, por haber sido dignos de sufrir ultrajes a causa de su Nombrey todos los días, en el Templo y en las casas, no cesaban de enseñar y anunciar a Cristo Jesús" (Hech 5, 40-42)



Esto nos da ya una referencia de cómo debemos actuar si nos encontramos con alguna situación parecida. Por otra parte, la contundencia de San Pablo nos viene como anillo al dedo, cuando les escribe a los romanos"No os acomodéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, DE MODO QUE PODÁIS DISCERNIR CUÁL ES LA VOLUNTAD DE DIOS; esto es, lo bueno, lo agradable, lo perfecto" (Rom 12,2). Y por si no fuera todavía suficiente, recalca esta misma idea a los corintios:  "Pedimos a Dios...que obréis el bien, aun cuando nosotros fuéramos dignos de reprobación" (2 Cor 13, 7) a los gálatas: "aunque nosotros o un ángel del Cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema!" (Gal 1,8). Se podrían citar muchos más textos en este mismo sentido.



Prueba de ello nos la da el mismo apóstol Pablo que no tuvo más remedio que reprender al propio Pedro: "Cuando vino Cefas a Antioquía, me enfrenté a él cara a cara, porque era digno de reprensión" (Gal 2,11). Y prosigue más adelante: "Cuando vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas, en presencia de todos'Si tú, que eres judío, vives como los gentiles y no como los judíos, ¿cómo obligas a los gentiles a vivir como judíos?' (Gal 2,14).

Pues bien: Dada, por una parte, la actual situación de crisis de fe que hoy existe (a nivel mundial), posiblemente la mayor crisis que haya tenido lugar en la Historia de la Iglesia, una falta de fe que afecta también a algunos miembros de la Jerarquía de la propia Iglesia Católica. Y, teniendo a la vista -y grabadas en el corazón y en la mente- todo lo dicho más arriba; concretamente las palabras de la Sagrada Escritura (que son palabra de Dios), con la ayuda de Dios que sé que no me va a faltar, me atrevo a disentir de "algunas" de las expresiones que han salido de la boca del Papa actual y pienso, incluso, que es una obligación el hacerlo así, pues, como sigue diciendo San Pablo, "no podemos nada contra la verdad, sino en favor de la verdad" (2 Cor 13,8) 

(Continuará)

lunes, 23 de diciembre de 2013

¿Mundanidad espiritual? (José Martí)

Dando por hecho mi respeto y obediencia al Santo Padre, haciendo uso de mi recta razón y del discernimiento, que es tan necesario, y recomendado por él mismo, digo que no puedo entender cómo es posible que el Papa, representante de Cristo en la Tierra, esté lanzando casi continuamente críticas contra aquellos cristianos que intentan ser fieles a la Tradición y a la Verdad Revelada, realizando, a mi entender, juicios temerarios sobre ellos. Se me escapa, porque no es ya sólo en algunas homilías, sino incluso en su propia exhortación apostólica Evangelii Gaudium (puntos 93 a 97), de título "No a la mundanidad espiritual", y de la cual transcribo algunas frases, que luego comento:

93. La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal. Es lo que el Señor reprochaba a los fariseos: "¿Cómo es posible que creáis, vosotros, que os glorificáis unos a otros, y no os preocupáis por la gloria que sólo viene de Dios?" (Jn 5,44).Es un modo sutil de buscar "sus propios intereses y no los de Cristo Jesús" (Fil 2,21) ... Por fuera todo parece correcto pero, si invadiera la Iglesia, 'sería infinitamente más desastrosa que cualquiera otra mundanidad simplemente moral' [esta cita es de H. de Lubac].

94. Esta mundanidad puede alimentarse especialmente de dos maneras profundamente emparentadas... La otra [la segunda] es el neopelagianismo autorreferencial y prometeico de quienes en el fondo sólo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasadoEs una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar.

95... Ya no hay fervor evangélico, sino el disfrute espurio de una autocomplacencia egocéntrica.

97...Es una tremenda corrupción con apariencia de bien. Hay que evitarla...¡Dios nos libre de una Iglesia mundana bajo ropajes espirituales o pastorales!



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Sinceramente, debo decir que no comprendo el significado de todas estas palabras; primero porque algunas son de difícil inteligencia y, por otra parte, no sé, en realidad, a quién (o a quienes) se dirigen. Pero, si como parece, van dirigidas a aquellos que se mantienen fieles a la Tradición y a la Iglesia Católica, entonces lo entiendo menos:

¿Neopelagianismo cuando ponemos nuestra confianza completamente en Dios


¿Autorreferencial cuando adoramos a Dios


¿Prometeico, como si tuviéramos la exclusiva de poseer a Dios, siendo así que nos inclinamos humildemente ante Él y le pedimos por todos los hombres, empezando por nosotros mismos? (suponiendo que ése sea el significado de la palabra prometeico, pues esta palabra no aparece en el DRAE)


¿Es malo cumplir determinadas normas  si lo hacemos teniendo en cuenta lo que decía Jesús: "Si me amáis guardaréis mis mandamientos" (Jn 14,15)? ¿O es que se da por supuesto que se trata de normas que no se cumplen por amor sino de modo farisaico?


¿Sentirnos superiores a los demás, autocomplacencia egocéntrica, disfrute espurio, apariencia de religiosidad y de amor a la Iglesia, tildados de fariseos, corruptos con apariencia de bien, modo sutil de buscar los propios intereses...? 


Pero "¿qué hombre conoce lo íntimo del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él?" (1 Cor 2,11). Decía Jesús: "No juzguéis y no seréis juzgadosNo condenéis y no seréis condenados" (Lc 6,37). 


¿Mundanidad, cuando precisamente nos separamos del mundo,  para estar con el Señor haciendo oración junto al Sagrario, donde Él se encuentra real y verdaderamente?


¿Que no evangelizamos cuando estamos junto al Señor y es de ahí de donde sacamos fuerzas para vivir como cristianos en un mundo pagano y que odia a Dios? ¿Acaso no es Santa Teresita de Lisieux patrona de las misiones siendo, como era, monja de clausura que no salió de su convento?


¿Estilo católico propio del pasado? ¿Qué quiere decir esto? El único estilo católico posible es el de parecerse a Jesús y amarlo con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra vida. "Para mí la vida es Cristo" (Fil 1,21) decía San Pablo. Este es el estilo de un cristiano de toda la vida. Aquí no se puede hablar de "pasado", porque "Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y lo será siempre" (Heb 13,8). 




¿Supuesta seguridad doctrinal? No, no es supuesta, es real y es total; y debe serlo, porque "sin fe es imposible agradar a Dios, pues es preciso que quien se acerca a Dios crea que existe y que es remunerador de los que le buscan" (Heb 11,6). ¿Cómo no vamos a estar seguros del amor que Dios nos tiene y que se ha manifestado enviando a su Hijo, por amor a nosotros y para remisión de nuestros pecados? San Pablo lo tenía muy claro: "Sufro, pero no me avergüenzo, porque sé muy bien de quien me he fiado"  (2 Tim 1,12) Y aún decía más a su discípulo Timoteo: "Tú permanece firme en lo que has aprendido y creído, ya que sabes de quiénes lo aprendiste, y porque desde niño conoces la Sagrada Escritura, que puede darte la sabiduría que conduce a la salvaciónpor medio de la fe en Cristo Jesús" (2 Tim 3,14-15). Y San Pedro: "Debéis saber que ninguna profecía de la Escritura depende de la interpretación privada, porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que, impulsados por el Espíritu Santo, aquellos hombres hablaron de parte de Dios" (2 Pet 1,20-21). Los textos son innumerables. Nuestra seguridad procede de Dios, no de nosotros mismos; y es, además, pura gracia suya si es que la tenemos, y de lo que debemos estar inmensamente agradecidos.


Todo el Evangelio respira de esta seguridad. De no ser así, ¿cómo habría nadie que diera su vida por algo de lo que no está seguro? ¿Acaso no tenemos el testimonio de los mártires como demostración palpable de que esto es así? San Juan estaba muy seguro, con una seguridad y una confianza total en Jesucristo, seguridad que es propia del verdadero amor, del amor que se le tiene porque primeramente Él nos ha amado: "Nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo. Si alguien confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene. Dios es Amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios y Dios en él" (1 Jn 4, 14-16).


¿Cómo no vamos a estar seguros de la Palabra de Dios contenida en la Sagrada Escritura, cuyo autor es el Espíritu Santo? [por supuesto, siempre interpretada correctamente a la luz del Magisterio de la Iglesia]. De manera que, en realidad, no tenemos por qué preocuparnos, aunque suframos. Sabemos que "las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia" (Mt 16,18). Y siempre nos quedan estas consoladoras palabras de Jesús: "Os he dicho esto para que tengáis paz en Mí. En el mundo tendréis sufrimientos. Pero confiad: Yo he vencido al mundo" (Jn 16,33)
José Martí